sábado, 28 de diciembre de 2013

Las Dos Caras de Aanak


Año 1887.
El sacerdote escocés Robert Green llega a Janscrayat,un pueblo perdido al norte de la selva birmana,territorio que un año antes había sido anexado por el Imperio a las Indias Británicas.
El motivo de la llegada del sacerdote había sido para corroborar la historia que había escuchado estando en Bombay, donde un explorador de la Corona le contó que allí vivía un joven que estaba volviéndose loco por una malformación demoníaca en su cabeza. Los detalles descritos por el intrépido explorador le resultaron tan espeluznantes que decidió adentrarse en esa región casi inexplorada por occidentales para corroborar la historia pero sobre todo para intentar ayudar al joven en su sufrimiento. Con una primera escala en Rangún,rápidamente uno de sus contactos en la embajada británica de la ciudad le consiguió un guía que lo llevó hasta el pequeño poblado en una precaria embarcación hasta lo profundo de la selva birmana donde vivía la tribu Piyú, a orillas del río Irawadi. Janscrayat constaba de unas veinte chozas y estaba circundado por una espesa vegetación selvática. El calor y la humedad eran sofocantes y los mosquitos,voraces.
Cuando llegaron a destino el guía,de nombre casi impronunciable,le dijo en un inglés básico que iba a pasar a buscarlo a la misma hora el día posterior.
Ni bien pisó tierra firme varios niños casi desnudos se abalanzaron sobre el Padre Green riendo felices por la llegada del forastero. El clérigo sonreía y acariciaba sus pequeñas cabezas mirando alrededor con la esperanza de que algún adulto se acercara a recibirlo, pero todos ellos lo miraban desde las puertas de sus chozas con extrema desconfianza. No pudiendo escapar de la multitud de excitados niños y aún muy exhausto por el largo viaje, el Padre Green se acercó a un hombre que se encontraba rodeado de cuatro mujeres y que unos segundos antes lo había llamado con un gesto de sus manos. Se acercó y por medio de señas trató de hacerse entender aunque no le resultó para nada fácil. El hombre resultó ser el jefe de la tribu. Con un ademán lo invitó a pasar a su choza y sin decir palabra las mujeres a su alrededor se movieron con rapidez acomodando dos especies de cojines de cuero para que los hombres se sienten, al tiempo que les servíeron un liquido espeso y blancuzco en un pocillo de madera.
El Padre Green agradeció con un gesto y las mujeres, con la misma velocidad que hicieron su trabajo, salieron de la rústica vivienda. El jefe tomó un sorbo de la bebida e invitó a que el clérigo haga lo mismo. Apenas acercó sus labios al pocillo,y no sin cierta desconfianza, bebió un sorbo. Era dulce y refrescante. Esto lo incentivó a beber todo el contenido rápidamente. Con un ademán de la cabeza agradeció al jefe de la tribu que lo miraba sin inmutarse, hasta que por fin, en un inglés muy fluido, le dijo:
-Dígame Padre,¿A qué debemos su vista?
La sorpresa del recién llegado fue mayúscula
- ¡Gracias a Dios! ¡No sabe cuánto me alegra que hable inglés! - dijo respirando aliviado.
El jefe-de nombre Ankorg-,le explicó que vivieron en Janscrayat durante varios años una pareja irlandesa que les habían enseñado a él y a su hermano ese idioma,a la vez que ellos aprendieron el suyo.
-Supongo que usted quiere saber si el hombre de dos caras existe. No es la primera vez que el hombre blanco nos visita, Padre. Y la respuesta es sí, él existe. Pero no le gustaría verlo,él está maldito. Nadie aquí lo quiere cerca. Vive solo en la selva donde tiene su hogar alejado de la gente y así no atemoriza a nadie. Está a salvo,porque hasta los animales le temen.
-¿Me podría llevar alguien hasta él? Es de suma importancia para mí conocerlo.
El jefe Ankorg se quedó pensando unos minutos.
-Nadie va a querer ir,Padre. No quieren acercársele y no los culpo-. Tras una breve pausa para beber, continuó.
-Desde que se fue de la aldea todo ha mejorado. Los niños ya no lloran,las mujeres volvieron a salir de sus hogares y los alimentos abundan. Me alegro de que ya no esté con nosotros.
Pero el Padre estaba decidido a conocerlo. Con o sin ayuda iba ir a buscarlo. Le pidió a Ankorg que le dijera en que parte de la selva podía encontrarlo.
El jefe,viendo que el clérigo no iba a cambiar de opinión y tras meditarlo un buen rato,decidió acompañarlo. En ese idioma tan incomprensible para el europeo habló con sus esposas que, por los ademanes y sollozos evidentemente no estaban de acuerdo con su decisión. Aunque lo tomaron del brazo casi implorando para evitar que salga de la choza, un fuerte grito del hombre acalló todas las súplicas.
Tras unos breves preparativos salieron del poblado y se sumergieron en la frondosa selva. Plantas de hojas anchas, árboles inmensos, enredaderas y lianas eran como paredes naturales que les dificultaban el paso. El jefe desmalezaba con naturalidad el camino con una gruesa madera con filo mientras que el Padre Green caminaba detrás de él alejando con sus dos brazos mosquitos y otras alimañas. Caminaron aproximadamente por dos horas hasta que llegaron a un claro donde solo había hierbas bajas y algunos arbustos de mediana altura. Del otro lado del claro,un árbol de unos cuatro metros con un tronco de enorme diámetro hacía las veces de precaria vivienda de ese extraño que lo había llevado hasta esas lejanas y perdidas tierras.
Con un fuerte grito el jefe Ankorg llamó al desdichado pero nadie respondió, solo se escucharon graznidos de aves que asustadas levantaron vuelo de unos árboles cercanos. Con un movimiento de la cabeza lo invitó a que se acercaran cuando algo se movió detrás del frondoso árbol. Era un rostro que se asomaba temeroso. Con un tono severo el jefe se dirigió al asustadizo sujeto que solo atinó a agachar la cabeza de manera sumisa. El muchacho, de unos veinte años, salió agazapado, temblando. De apariencia normal, era muy delgado y estaba completamente desnudo. Ankorg volvió a hablarle con firmeza a lo que el muchacho respondió acercándose velozmente. Cuando estuvo frente a ellos el joven se puso en cuclillas ofreciéndoles una reverencia. Hasta ese momento el Padre Green no había observado nada raro, solo se trataba de un joven abandonado a su suerte en medio de la jungla. Pero cuando éste inclino su cabeza y dejó a la vista su nuca el Padre Green se estremeció. En la parte trasera de la cabeza del joven se asomaban los rasgos de otro rostro. Con el muchacho todavía en cuclillas el Padre Green lo rodeó y con los ojos como platos contempló esa verdadera aberración de la naturaleza. Más que un rostro era como una gran verruga de ojos vidriosos,nariz achatada y una grotesca boca que se movía con una especie de sonrisa malévola. El Padre se persignó en repetidas oportunidades orando en latín.
Incrédulo y muy asustado no podía quitar la vista de aquel horrible rostro.
-¡Por el amor de Dios! ¿¡Qué es eso!?-
-No lo sabemos Padre. De pequeño Aanak era normal. Un día esa cosa empezó a crecer y crecer y ya nunca más se fue. El dice que le habla aunque nadie nunca lo escuchó. Se estaba volviendo loco y asustaba a todos en la aldea. Salía por las noches corriendo,gritando y tirándose al suelo golpeando su cabeza hasta quedar inconsciente. Sus padres me pidieron ayuda y tuvimos que desterrarlo. No tuve opción. Fue por el bien de mi pueblo.
El muchacho seguía agachado. El Padre lo hizo erguirse aunque él continuó mirando el suelo, dejando a "eso" mirando hacia el cielo. Ese rostro diabólico movía los labios como queriendo decir algo al tiempo que sus pequeños ojos iban de un lado a otro, observándolo todo.
-Dígale por favor que se acueste en el suelo, boca abajo-.
El jefe lo tomó del hombro y le dijo algo en un tono muy suave. Ambos miraron al Padre Green y al instante el muchacho se acostó en la hierba boca abajo.
De una pequeña bolsa de tela que llevaba en un bolsillo el Padre Green sacó un viejo crucifijo de madera y una botella de agua bendita y comenzó a orar en voz alta. El muchacho, muy asustado, comenzó a llorar mientras el jefe observaba la situación en silencio, acostumbrado a ver al hechicero de la tribu hacer cosas similares.
La noche caía sobre la selva. Extrañamente no se escuchaban sonidos de animales, sólo resonaban la voz del Padre que continuaba con sus oraciones y al joven que gritaba con vehemencia. Ya totalmente en la oscuridad, el silencio fue total.
A la mañana siguiente Aanak y el Padre Green dormían sobre la hierba mientras el jefe permanecía sentado mirando hacia el cielo viendo como los primeros rayos del sol se posaban sobre las copas de los árboles más altos.
El Padre Green abrió sus ojos y levantándose pesadamente se acercó al muchacho. Corrió su cabeza y vio con satisfacción que el demoníaco rostro había desaparecido.
Rió mirando al cielo persignándose.
-Ya podemos volver los tres a la aldea,jefe-, dijo con satisfacción.
Despertaron al joven de su profundo sueño y lo primero que hizo fue palpar su nuca. Cuando notó que allí ya no había nada rompió en un llanto de alegría. El Padre nunca había visto a alguien tan feliz.
En el camino de vuelta a la aldea Aanak no paró de hablarle, a lo que el sacerdote solo le respondía con sonrisas. Sabía que eran palabras de agradecimientos.
Ya en el asentamiento y con toda la tribu vociferando alrededor de los tres el Padre Green observó que en el río lo esperaba la barcaza que iba a llevarlo de vuelta a Rangún. Sin tiempo para nada, se despidió de todos.
Aanak se acercó y se agachó frente a él dejando a la vista su nuca, ahora pelada y lisa. Le obsequió un presente, un amuleto de hueso que él mismo había tallado.
El Padre se subió a la barcaza de madera atada con lianas, saludando con su mano en alto a la multitud que lo despedía. Todos mostraban felicidad menos el jefe que seguía con su gesto imperturbable, mirando fijamente como lentamente se alejaba la nave.
-¡A Rangún, sin escalas!-,dijo con una gran sonrisa el clérigo mientras se sentaba exhausto pero satisfecho delante del guía que miraba incrédulo como de la nuca del europeo se asomaba algo parecido a una horrible nariz.

FIN

lunes, 9 de diciembre de 2013

Sin Retorno

Medianoche. La calle despoblada le da un aire desolador al pequeño centro del pueblo. Solo me acompañan  las tenues luces de los antiquísimos faroles de la calle principal. La soledad es total y en cierta forma,reconfortante. Me decido a disfrutar del recorrido a pesar del frío invernal y aminoro la velocidad de mis pasos. A lo lejos,  la oscuridad se hace penetrante. 
A medida que avanzo las luces van quedando atrás y las penumbras me reciben con sus brazos helados Algunos ladridos se escuchan a lo lejos pero rápidamente se apagan.
De repente, el silencio es total. Solo yo, la noche y el viento. Me acomodo el cuello de la campera para abrigarme,aunque dentro mio sé que no lo hago por la baja temperatura.
El asfalto, como la luz, son historias pasadas. Dejo la vereda y sigo mi camino por el medio de la calle donde la calma reinante hasta ese momento se rompe con un sonido familiar. Pasos. Giro pero no alcanzo a ver nada. Dejo de lado mis pasos cansinos y retomo algo de velocidad. Los pasos detrás mio también se oyen más veloces . Vuelvo a mirar,tratando de hacerlo con un leve movimiento para no quedar en evidencia, y alcanzo a divisar que la persona que camina hacia mi es una mujer. Un vestido largo y blanco la delatan. Se me eriza la piel y los escalofríos surcan todo mi cuerpo.
Las casas a mis costados,oscuras y silenciosas, parecían abandonadas. Algunos árboles con formas grotescas eran lo único que parecía tener vida en aquel barrio.
Seguí mi camino por el medio de la ya maltrecha calle,tratando de esquivar  pozos y piedras pero sin dejar de prestar atención a los pasos que rítmicamente se escuchaban a mis espaldas. Miro hacia adelante y tuve la sensación de que no había horizonte, solo un fondo negro,como si fuera una pared pintada. La nada misma.
De repente,los pasos dejaron de escucharse. Estuve a punto de respirar aliviado pero no tuve tiempo de hacerlo. De ese fondo negro surge algo que me deja boquiabierto. La mujer que antes caminaba detrás mio ahora estaba parada adelante, esperándome. Instintivamente me doy vuelta y lo único que vi fueron las luces del ya lejano centro del pueblo, con sus tenues luces titilantes. Mi corazón comenzó a bombear con fuerza. Por un segundo pensé en correr,pero no me animé. La mujer seguía ahí,sin moverse. No sabía que hacer. Me quedé quieto, dubitativo. Mis temblorosas piernas comenzaron a moverse sin que yo le diera orden alguna. Me dejé llevar, sin quitarle la vista a aquella mujer que me esperaba en la oscuridad. Mi mente estaba en blanco y mi cuerpo empapado de sudor frío. Cuando me encontraba a unos treinta metros de ella, como por arte de magia, se desvanece. No puedo creer lo que está pasando,¿acaso es un sueño? Todo sucede tan rápido que la sorpresa fue sustituida rápidamente por una aún mayor. La extraña mujer que había estado siguiéndome hasta hacía unos minutos para luego aparecer delante mio ahora estaba a mi lado, tomándome el brazo con firmeza y suavidad. Me quedé helado, salvo por mis piernas que seguían moviéndose como si tuvieran vida propia. Ella no decía absolutamente nada, sólo caminaba a mi lado con pasmosa naturalidad mirando hacia adelante sin quitar la vista del sombrío horizonte. La miré de reojo sin poder atinar a hacer ni decir nada. Fueron segundos eternos.
Su hermosa tez blanca y sus grandes ojos oscuros me hicieron olvidar el miedo que hasta ese momento había invadido mi cuerpo. Ahora sentía paz. Paz y tranquilidad. Detrás nuestro un golpe seco resonó contra el piso y la oscuridad se hizo luz y mi cuerpo yacente se hizo alma en un instante.
                                                                                                            FIN

domingo, 24 de noviembre de 2013

El Tesoro


Varios montículos de tierra y soldados de plástico rodeaban al niño. Estaba totalmente compenetrado en su trabajo a la sombra del árbol del patio trasero de su casa; su ropa estaba pintada con barro pero a él no le importaba. En una mano sostenía una cuchara que manejaba con gran habilidad y en la otra tenía un par de muñequitos que iban a ocupar la nueva"trinchera". Su mirada no se desviaba ni siquiera ante los ruidos a su alrededor: el perro atado que le ladraba queriendo ser parte del juego y los gritos de sus vecinos que correteaban en la casa contigua. Mecánicamente movía el cubierto sacando la tierra húmeda para dejarla a un costado. De pronto sintió un ruido seco. Volvió a introducir la cuchara, esta vez con un poco más de fuerza y nuevamente el mismo resultado. Con los dedos rasgó el fondo del pequeño pozo y vio una superficie verdosa. Era vidrio. Cuidadosamente sacó la tierra de los bordes hasta ver que el vidrio era en realidad una botella vieja. Con curiosidad cavó a los costados hasta sacarla  por completo, evitando romperla. Tenía una tapa y en su interior había algo que no llegaba a ver bien que era. La sacudió pero no hizo ningún ruido. Se levantó y acercándose a su pileta la lavó para observar mejor.
-¡¿Qué estás haciendo Matías?!...¡Mirá el barrial que hiciste en el patio!-,la madre le gritó enojada desde la puerta trasera de la casa.
-¡¡Encontré un tesoro!!-, le dijo el niño con tierna ingenuidad.
La madre no escuchaba lo que su hijo le decía, sólo veía el desastre que había en su patio. Secándose las manos con un repasador se acercó con la intención de regañar a Matías, pero antes de decir palabra alguna vio la  botella en la mano del pequeño. La reconocía, era una de esas botellas que se usaban en su niñez, gruesas y verdes oscuras. 
-Hay un mapa adentro,má-,insistió Matías, e intentando evitar la segura reprimenda se la entregó rápidamente.
La mujer tomó la botella, viendo que efectivamente contenía un papel, pero sabía con certeza que no era un mapa de un tesoro. Se quedó observándola ensimismada al tiempo que la giraba de un lado al otro. Su hijo le hablaba pero ella no le prestaba atención. La voz aguda y constante de su hijo la hizo volver en sí.
-¡Calláte de una vez, por favor! ¡Mirá lo que es el patio,andá adentro ya, y ni se te ocurra tocar a tu hermanito con esa mugre!-
-Pero mamá...el tesoro...-
-¡Que tesoro ni tesoro, ¿no ves que es un papel viejo?! Andá a bañarte antes de que que venga tu papá!-, y le dio con la rejilla en el trasero. El niño se fue corriendo dando pesados pasos y refunfuñando.
La madre lo observó alejarse hasta que entró a la casa. Al segundo de que cerró la puerta sacó el corcho e intentó sacar el papel poniendo la botella boca abajo. Como no salía, buscó algo con que acercarlo a  la boca de la botella. Tomó una rama pequeña y apoyándolo entre el papel y la pared interna empujó suavemente hacia arriba. No fue un trabajo sencillo, pero al tercer intento lo logró. Busco donde sentarse, sin importarle el barro que había dejado su hijo por doquier. Leía y sonreía, sin poder evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos. Cuando era niña había puesto esa botella ahí y lo había olvidado por completo. No podía creer que después de más de treinta años lo tenía en sus manos nuevamente. En el papel y con incontables faltas ortográficas, contaba lo que iba a hacer "cuando sea grande": Quería casarse, una linda casa, un auto y tener muchos hijos. Iba a cuidarlos mucho y a jugar con ellos siempre. No quería que tuvieran que jugar solos, porque era muy aburrido no tener hermanos. 
Cuando terminó de leer la carta y mientras se secaba las lágrimas, miró a la casa y vio la pequeña cabecita de su hijo en la ventana, que rápidamente se escondió cuando se sintió descubierto. La mujer sonrió y lo llamó. Matías, todavía lleno de tierra, se acercó mirando intrigado el papel en las manos de su madre, que lo miraba con ternura.
-Vení acá-, le dijo y lo abrazó muy fuerte
-Es de un tesoro,¿no,má?, le preguntó con una gran sonrisa.
-¡Si, mi amor,el tesoro más grande del mundo!, y le obsequió el mejor beso que una madre puede dar.
                                                                                                             FIN

domingo, 22 de septiembre de 2013

La Despedida



No hay nada más triste que la muerte de alguien. Sobre todo si es cercano y más aún si es joven.Sin embargo al destino poco le importan estas cuestiones y algunas personas se van rápida e injustamente de este mundo. 
A pesar de mi incredulidad no me sentía triste. Sabía perfectamente que estaba en un lugar mejor. Pero al observar el dolor en los ojos de amigos y familiares, la tristeza comenzó a ganarme lentamente. Me hice paso entre las personas hasta llegar a donde estaba el cuerpo. 
El rostro pálido y jovial me estremeció, nunca me hubiera imaginado verlo así. En mi interior sentía la serenidad de que lo peor ya había pasado y que ahora descansaba en paz en un lugar mejor. El sufrimiento, en estos casos, queda para aquellos que amaron al que ya no está y son los que van a sentir para siempre su ausencia. Es totalmente injusto perder a alguien que se quiere y con el que uno compartió cientos de vivencias, risas y llantos...y de un día para el otro, se va. 
Era muy extraño sentir tranquilidad dentro de tanta tristeza y llanto, pero era lo que sucedía en mi interior. Si bien en un principio me  rehusé a venir, algo me dijo que tenía que hacerlo. Las despedidas siempre son tristes pero casi siempre, necesarias.
Volví a ver el rostro adolescente en el cajón y ya no pude contener las lágrimas. Había llegado el momento de irme.
No pude no mirar a mi alrededor para guardar en mi corazón a todas esas personas. Lo necesitaba. Mis amigos y mis padres sufrían y yo no podía hacer nada. Los amé y los voy a amar por siempre. Sabía que iba a volver a verlos otra vez, en otro momento, y me alegró pensar eso. 
Lentamente me fui,sabiéndome acompañado, amado, y en paz.
                                                                                                    FIN

sábado, 31 de agosto de 2013

La Maldición del Trovador

Tomé ansioso mi celular. Escribí un mensaje de texto y adjunte la foto que hacía un momento había tomado y la envié. Sabía que la respuesta iba a ser inmediata. Mientras la esperaba, volví a mirar por la ventana de mi departamento. Quería estar seguro de que lo que veía era real. Estuve tentado de acercarme hasta allí, pero decidí esperar a que viniera Germán,mi amigo. El mensaje me llegó."Noooo,me estas jodiendo! Voy para allá". 
Sabía que me iba a contestar algo así,estaría tan sorprendido como yo. Él vivía a tan solo tres calles de mi casa,así que era cuestión de esperar sólo unos minutos para que llegara.
Suena el portero y le abro. Me saludó todavía respirando dificultosamente, evidenciando que había venido corriendo. Se acerca a la ventana y su expresión era similar a la que aún tenía yo: de incredulidad.
-"¡¿Vamos para allá?!", me preguntó
-"Si,¡Vamos!",le contesté sin dudar y salimos.
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De chico había en mi barrio un hombre que contaba historias. Era mayor,yo le calculaba unos cincuenta años más o menos y siempre se sentaba en un banco de la plaza, preferentemente ocupado. Pidiendo permiso se acomodaba con movimientos lentos y sin que nadie se lo pidiera, comenzaba a relatar alguna historia. Eran entretenidas,más para los más pequeños. Pero también lo eran para los adultos, porque rara vez se iban antes de que terminara sus historias. Siempre fumaba puros y tosía y carraspeaba muy seguido,seguramente a causa del tabaco y su avanzada edad. Lo creían loco, pero un loco indefenso al que sólo le gustaba hablar e inventar cosas.
La primera vez que lo vi estaba con dos amigos jugando a la bolita en la plaza y el pasó caminando cerca nuestro. Al vernos ahí,se sentó y comenzó a hablarnos. Nos preguntó si sabíamos la historia de ese juego y sin esperar que contestemos empezó a relatarnos,lo que supongo, era un invento. Cuando terminó,se fue. Así,sin más preámbulos. 
Recuerdo con gracia que ese día, mientras nos hablaba, cada tanto paraba para carraspear y  escupir al aire. Por el desagradable sonido que hacía parecía que se le iba a salir un pedazo de laringe. Luego largaba el escupitajo que en su largo camino al suelo dibujaba extrañas figuras en el aire. Cuando se iba intentábamos hacer lo mismo pero nunca pudimos.
A partir de ese día, comencé a prestarle atención. Siempre lo veía allí,sentado, hablando con cualquiera que quisiera escucharlo. En esa plaza nunca le iba a faltar compañía, porque era muy grande,con muchos árboles y juegos. Era un hermoso espacio verde que también se utilizaba para hacer deportes. Sea verano o invierno siempre había alguien.
Hasta que un día no lo vimos más. Desapareció. Nadie sabía de él,y seamos sinceros,a nadie le importó. Cada tanto,cuando nos reuníamos con mis amigos de la infancia, nos acordábamos de él.
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Salimos del edificio caminando rápidamente. La vereda estaba atestada de gente y para evitarlos caminamos sobre el cordón de la vereda. Esperamos que el semáforo nos diera paso y cruzamos la calle con rumbo a la plaza. Al acercarnos fuimos aminorando la velocidad hasta detenernos completamente. Lo teníamos a solo unos metros. Nos quedamos absortos mirándolo. Era él. Treinta años después de haber desaparecido de un día para el otro. 
Estaba sentado,fumando un puro y hablando con una señora. A pesar del tiempo que pasó estaba exactamente igual, hasta vestía ropas contemporáneas. Habíamos pasado inadvertidos para él debido a la gran cantidad de personas que iban y venían por la plaza. 
-"Esto no puede ser verdad...,debe ser el hermano o algún pariente...",me dijo Germán mirándolo fijamente.
-"La verdad no sé...¿que hacemos,le preguntamos?
-"vamos a esperar a que se vaya la mujer o él y le preguntamos. Vamos a sentarnos allá". Y nos fuimos a sentar sin dejar de mirarlo. Era increíble. Lo veíamos y no le creíamos. ¿Cómo podía ser que una persona después de treinta años esté exactamente igual? ¿Qué le había pasado todo este tiempo?
-"Capaz que el viejo estuvo en coma o algo así...¿Viste que hay casos en el que pasan años en estado vegetativo y de repente se despiertan y siguen como si nada...o capaz lo congelaron como a Walt Disney". Lo miré pensando que bromeaba pero Germán lo decía con seriedad, mientras seguía sin quitarle un segundo los ojos de encima.
El viejo continuaba hablando con la mujer. Ella solo lo escuchaba y asentía sin decir nada. Él fumaba su puro y movía las manos acompañando su relato mientras nosotros nos planteábamos seriamente intervenir en la charla porque la espera nos estaba matando. De pronto la señora lo saluda y nosotros nos paramos velozmente ni bien vimos que ella inclinaba su cuerpo para tomar envión y ponerse de pie.
-"¡¿Qué hacemos ahora?!,¿nos sentamos con él?", le pregunto con algo de nervios
-"¡Si,ni hablar!"
La señora no se había alejado ni dos pasos, que nosotros ya estábamos sobre él.
-"¿Le molesta jefe si nos sentamos acá?", le pregunto Germán.
-"Para nada muchachos,siéntense,así de paso me acompañan",nos respondió con suma amabilidad...¡y con la misma voz que le recordábamos! Nos cruzamos miradas sorprendidas mientras nos sentábamos a su lado. Él miraba hacia la calle,echando un humo espeso por la boca. Tocio un par de veces y luego comenzó a carraspear con brusquedad y lanzó una salivazo que llegó a una gran distancia. Ya no quedaban dudas, era él.
-"Aaaah,por fin me lo pude sacar...no podía hacerlo con la mujer a mi lado, ustedes sepan disculpar muchachos...". Nos miramos y sonreímos.
-"No hay problema", le dijimos y Germán ya sin control lo inquirió
-"Maestro,le tenemos que preguntar algo,esperamos sepa entender y no se ofenda por la forma en que lo hacemos...¿Puede ser que usted venía a esta plaza hace unos treinta años? Nos parece muy familiar su rostro..."
El viejo nos observó minuciosamente antes de contestar,mientras el humo salía de su nariz y boca. Luego miró hacia la calle y dijo:
-"Si,...he viajado mucho durante mi vida,mucho. Recuerdo haber estado acá antes,hace varios años". Y nos miró,entre preocupado e intrigado.Parecía que le molestó haber ser reconocido.
-"¿Nos conocemos,muchachos?, nos preguntó
-"Creemos que sí, usted venía siempre a esta plaza y se sentaba a hablar con las personas...hablaba con todos. A nosotros nos contó varias historias también", dije queriendo llegar rápido a lo que de verdad nos interesaba.
Me contestó con un "Ajá",y se quedó esperando la otra pregunta, la que sabía que le íbamos a hacer.
-"Le vamos a ser sinceros señor...aunque pasaron muchos años a usted se lo ve igual...Como si no hubieran pasado los años..."
El viejo se quedo en silencio,pensativo. Se mordió el labio superior y suspiró. Nos volvió a mirar de arriba a abajo a los dos y finalmente nos dijo:
-"Les voy a contar una historia...",nos dijo, y comenzó a narrarnos la historia.
-"Hubo una vez un extraordinario trovador que vivió en la Francia de la Edad Media. Este hombre iba de pueblo en pueblo cantando para los pobladores y con cada soneto que era escuchado,el trovador absorbía parte de su energía,que lo mantenía vivo y joven.  Era una maldición para él, porqué no podía dejar de hacerlo. La música era su vida. Para morir tenía que dejar de hacer lo que más le gustaba, que era cantar. Prefirió vivir en soledad,pero haciendo lo que más le gustaba,que era compartir su arte. El martirio era tan grande que  cada tanto dejaba de hacerlo,y su vida se consumía como la de cualquier persona normal, pero sufría horrores no cantar. Los pobladores que lo veían le pedían que les recite alguna canción y él no podía decir que no. La pasión y el ego de sentirse admirado fueron su perdición. Los siglos pasaron y vio caer imperios,reyes y naciones. Vivió las guerras en carne propia y siempre hizo lo suyo. Un día conoció a una mujer de la que se enamoró locamente,y ella de él. Esta mujer,aún conociendo su maldición decidió ser su mujer,y le dio un hijo. Ese hijo, sin saberlo, fue su salvación. A partir del nacimiento del niño, el trovador comenzó a envejecer con normalidad y murió en paz. Lo que nunca supo es que le pasó la maldición a su hijo, que aunque nunca fue bueno para el canto o los instrumentos, si lo era para narrar historias..."
Cuando terminó de hablar, vimos que el viejo tenía la mirada perdida en algún punto de la calle. Nos pidió perdón, y se fue caminando lentamente.
Nosotros nos quedamos en silencio,absortos por la increíble historia que acabábamos de escuchar y con la sensación de que le habíamos dado algo más que un rato de atención a un viejo loco.
                                                                                                                               FIN

domingo, 25 de agosto de 2013

Amor a la Música

8 y 45 de la mañana. Me acercaba caminando con dificultad al negocio de electrodomésticos donde solía dar mi "show" todos los días . 
Cada mañana las nueve,hiciera frío o calor,estaba ahí, sin falta. La gente del barrio me conoce de hace años y siempre me saludaban cariñosamente. Gracias a ellos mi vida era más llevadera. 
Van 15 años ya de que vivo así,en situación de calle. La caridad y buena onda de los vecinos hace que mi vida valga la pena. Y también lo hace la música. Sobre todo la música.
Cuando la desgracia me dejó a la buena de Dios pensé en acabar con mi vida. Fueron dos años terribles en los que la depresión y la falta de amigos y familiares que me apoyen hicieron que mis ganas de vivir se apagaran lentamente. 
Pero salí,con mucho esfuerzo y el apoyo de la maravillosa gente del barrio. Personas desconocidas que me regalaban sonrisas,charlas y me ayudaban con comida y ropa. El Padre Luis me dio un espacio en la iglesia para que pase las noches y así evitar dormir a la intemperie. 
En todos estos años, mi gran descubrimiento fue la música. Era mágica. Ella me ayudaba a viajar,a salir de la realidad en la que estaba inmerso. Amaba los sonidos de los instrumentos,de las voces y coros de cada canción que escuchaba. La hacía mía. Mi cuerpo la absorbía y me daba energía positiva, que luego la compartía con los demás.
Cuando el negocio abría cada mañana,una de las primeras cosas que hacía Miguel,mi amigo el empleado,era poner un enorme equipo de música en la puerta y prenderlo. Yo me acomodaba a un costado, apoyado en la pared, en donde cantaba,bailaba y hacía la mímica de las canciones en inglés. 
Miguel,sin que el dueño se entere,me había grabado un disco compacto con las canciones que más me gustaban. Con ellas, yo después teatralizaba y me ganaba unas monedas,que muchas veces y gracias a Dios, era más de lo que esperaba. Mi idea era juntar dinero para comprarme algún aparato para poder escuchar música a la noche,antes de dormir. Me faltaba mucho todavía,pero Miguel me dijo que si podía me iba a hacer un descuento,pero que no le dijera nada a nadie. Y yo era una tumba.
Llego al local y justo en ese momento Miguel abre la persiana,como si estuviéramos sincronizados.
-"¡Buen día Miguel! ¿cómo estás?"
-"¡Buen día Mario! ¿Con ganas de cantar?",me dijo guiñándome un ojo.
-"¡Más vale! El día que no pueda voy a sentirme como el Diego en el 94...",y los dos nos reímos con ganas.
-"Sos un groso,Marito,sabélo...¿desayunaste algo ya?
-"No,todavía nada"
-"Tomá,empezá tu show con algo en el estómago",me dijo y me dio dos galletitas.
-"!Gracias Miguelito! El primer tema te lo dedico a vos", le dije agradeciéndole
Me comí las galletitas mientras lo veía acomodar en la vereda parrillas portátiles,tendederos y bicicletas. Cuando terminó ,acomodó en la puerta el equipo de música y puso mi disco.  
-"Bueno...me voy a poner a trabajar. Suerte",me sonrió y se fue adentro. No pasó ni cinco segundos y volvió.
-"Me olvidaba,tomá...",y me dio el control remoto sin que lo vieran. Lo agarré y me lo guardé en el bolsillo de mi saco.
La calle lentamente se fue poblando de transeúntes y aquellos que estaban de paso me miraban extrañados o se reían sin dejarme nada. Pero muchos otros se quedaban a escucharme cantar o ver como bailaba,que no era mi fuerte pero era un complemento a las canciones. Mi CD incluía a varios artistas de distintos géneros,desde Los Pericos hasta The Doors,y cada canción tenía su propia coreografía y dramatización: me tocaba el corazón,levantaba las manos,cerraba los ojos, me abrazaba o movía las caderas según la letra. Si era en otro idioma improvisaba. En "Ojos de Ciudad" de Los Pericos,tocaba la gaita con más ganas que los gaiteros mismos,y era un punto alto en mi actuación. A los chicos les encantaba verme"tocar" ese instrumento. Para las chicas tenía preparado temas como "Lady in Red",de Chris de Burgh,varios de Bon Jovi,y también tenía algunos temas viejos de Camilo Sesto o José Luis Perales que hacían que las señoras más grandes me dejaran buena propina. Pero también cantaba temas que me gustaban a mi,si me daban algo,mejor,pero era para disfrute personal. 
A media mañana ya había juntado varios pesos,que me alcanzaban para un café con leche y hasta para guardar para mi MP3. Aunque el cafetero siempre me lo regalaba yo siempre tenía la plata con la intención de pagarle. El me pedía a cambio que le cante un tango de Gardel,que tenía grabado especialmente para él. "El día que me quieras" era su paga. Hoy parece que le gustó más que de costumbre porque el vaso vino acompañado de una medialuna.
Al mediodía me tomé un descanso para comer. Fui hasta lo de Doña Camen que todos los días me agasajaba con un plato caliente de comida y un vaso de gaseosa o jugo. Sé reconocer que en cierta forma soy un privilegiado. La gente me aprecia y me demuestra cariño en todo momento y yo se los compenso con mis canciones y dándole una mano,como sacando las hojas de la zanja o jugando con sus perros,aunque nadie me lo pedía,pero igual lo hacía. Era lo más justo. 
Después de comer,volví a mi trabajo. Tenía la panza llena y las canciones empezaban a  brotar del fondo de mi alma. 
Hoy estaba con más entusiasmo que nunca e iba a dar lo mejor de mi. Arranqué con cantantes españoles porque a esa hora pasaban muchas mujeres que gustaban de ellos. Yo lo sabía muy bien. 
A la tarde apuntaba al público adolescente. Mucho no me gustaban pero los chicos y chicas se quedaban a cantar conmigo o sólo a verme bailar. No solían dejarme dindero, pero me gustaba verlos a mi alrededor disfrutando de mi show. Me hacía bien,esa es la verdad. Son energía pura.
Anochecía,y Miguelito junto a sus compañeros empezaron a guardar las cosas. El negocio iba a cerrar y yo me tenía que ir después de un lindo día, lleno de canciones y buenas vibras de la gente. Saludé a Miguel, devolviéndole el control remoto sin que nadie me viera, y después saludé a los demás empleados. Finalmente, me fui rumbo a la iglesia,a hablar un rato como todas las noches con el Padre Luis. La paz  que me transmitía me ayudaba a dormir. Él era otra de las personas importantes en mi vida. Era un amante de la música como yo y a veces hablábamos por horas de ese tema. Además de darme cobijo en la noche, siempre tenía un plato de comida para mi. 
Cuando llegué a la iglesia estaba parado, como esperándome. Entré y estuvimos charlando por un rato mientras yo comía.
-"Mario,tengo una sorpresa para vos", me dijo justo cuando terminaba de comer. Se levantó y salió por la puerta trasera.
Me quedé muy intrigado,¿Qué podría ser? Me quedé mirando hacia la puerta, esperando como un chico a los reyes Magos
De pronto apareció con una cajita envuelta en papel de regalo,y detrás de él Doña Carmen con una gran torta. Y David,el cafetero. Y Juan,el del kiosco. Hasta habían venido algunos de los chicos que me veían al salir del colegio.Y más y más vecinos. Todos con algún regalo en las manos.
Se habían acordado que era mi cumpleaños. No aguanté y me largué a llorar como un niño. Lloraba de felicidad. El Padre Luis me abrió la cajita que tenía en las manos y era el MP3, -"con todas las canciones que a vos te gustan", me dijo. 
No podía parar de llorar. Todos me abrazaron y a ninguno le importó el mal olor que yo tenía. No podía darme el lujo de bañarme seguido, pero ninguno me evitó,y cada uno de los invitados me deseó un feliz cumpleaños dándome un abrazo No entraba nadie más en el pequeño espacio en el que estábamos.
-"Todavía falta el regalo más importante...", me dijo el Padre Luis al tiempo que los demás se iban abriendo para que pudiera ver hacia la puerta. El último era Miguelito, y traía una silla de ruedas. 
No podía creerlo. 
Desde que tuve el accidente a los 20 años que andaba por la vida movilizándome con las manos. Lloré como nunca, desconsoladamente. No tenía palabras para agradecerles a esas personas por todo lo que hacían por mi cada día de mi vida. Y si las tuviera no podría decirlas porque un nudo marinero atravesaba mi garganta.
-"No te quiero escuchar que agradezcas nada,Mario,por favor,¿eh?", me dijo el Padre. No lo hice porque no podía. Luego me cantaron el Feliz Cumpleaños,comimos torta y finalmente todos se fueron. Sin embargo no podía decir que me había quedado solo. Esta noche me iba a ir a dormir sabiéndome amado y con música en mi corazón.
Soy feliz, no me falta nada en la vida. ¿Alguien lo puede dudar?
                                                                                                                       FIN

sábado, 24 de agosto de 2013

Carina y Hugo

Te acercaste, me tomaste de la cintura y me besaste suavemente. Sin que me diera cuenta,con una de tus manos,sacaste algo de tu cintura y te acercaste a mi oído:
-"Hasta que la muerte nos separe,mi vida",me dijiste sonriendo.
Y me disparaste en el pecho. Luego te pusiste el arma en la boca y volviste a disparar. Tu cuerpo cayó sobre el de mio ,como en una lúgubre escena de amor, pero bañada en sangre.
                                                                 ............................................
Los jóvenes se conocieron en el secundario,el lugar en donde nacen las grandes amistades y los grandes amores.
Para Hugo no fue fácil llegar al corazón de Carina. Para ella, el era un compañero más que ni siquiera le hablaba. Para él, ella era imposible. Su timidez era el muro que los separaba. Pero el paso del tiempo hizo que esto cambiara.
En tercer año Hugo era delegado del curso. Había crecido física y mentalmente y tenía un carisma que lo hizo muy popular,no sólo en su aula sino también en todo el colegio. Y Carina,antes indiferente,ahora lo veía con otros ojos. Ahora era aceptado por todos,admirado por sus compañeros y hasta por el cuerpo de docentes y directivos. A Hugo solo le faltaba algo,y era ella.
Y lo logró. Y no se separó de ella nunca más . Todos y cada uno de los momentos del día,los encontraban siempre juntos. Donde estuviera uno,estaba el otro.
Todo en sus vidas era color de rosa: tenían excelentes notas,muchos amigos y cada día se amaban más. Pero Hugo se guardaba algo que ni siquiera ella lo sabía.
Por varios meses había juntado dinero con el único de fin de comprarse un arma. Cortó el césped de vecinos, paseo perros, dio clases particulares y hacía cualquier actividad que lo ayudara a juntar el dinero que necesitaba. Lo había planeado hacía un tiempo largo y era casi una obsesión,y su nueva vida,aparecida casi sin querer,no lo había echo cambiar de parecer. Seguía siendo su objetivo y lo iba a llevar a cabo pese a todo. Aún con ella a su lado. 
Una de las pocas veces que no estuvo junto a su inseparable novia,aprovecho para ir a la casa de un amigo que iba a comprarla por él. No podía ir el personalmente,necesitaba de un tercero. Lo esperó en su casa y a la hora y media aproximadamente había vuelto con algo envuelto en una bolsa. Ya la tenía.Faltaba el siguiente paso,el más importante. 
Al día siguiente,sentado junto a Carina a la sombra del árbol de su hermoso patio le dice:
-"Quiero que veas algo, pero por favor no te asustes, ¡por favor te lo pido!...¿puede ser?", le preguntó a Carina.
Lentamente saca de su cintura un arma.
Ella abrió grandes sus ojos, muy espantada. Se tapó la boca con ambas manos, apenas haciendo un sonido gutural. Era tal su expresión de miedo que había echado su cuerpo hacia atrás,como si le hubiera gatillado el arma.
-"Tranquila, tranquila...¡esta vacía!"y tomaba el arma del caño,temeroso aún sabiendo que no tenía balas.
-"Se la compré a mi viejo,la tiene hace años y me da miedo que un día se mande una cagada...su problema con la bebida  y tener esto en casa me tenía preocupado desde hace años. Así que aproveche que no tiene un mango, junté plata y mandé a alguien de su confianza que conozco, le conté como venía la mano y le dije si me hacía el favor de ir a comprársela. La pagué más de lo que vale, pero sabía que si no le daba mucho plata no la iba a vender...".
Carina aún seguía aterrada. Le dijo que la haga desaparecer ya y que no la quería ver cerca nunca más. Sin más,fueron al arroyo más cercano y sin que nadie los viera la tiraron lo más lejos y profundo posible.
En el camino, ya más relajados luego de deshacerse del arma, ella lo abrazó interminablemente.
Nuevamente en la casa, Carina le dice:
-"Hace días que quiero mostrarte esto, aunque me parecía un poco tonto...pero creo que es el momento justo...",y saca unas hojas que había escrito.
Él,con cara de sorprendido,lo lee atentamente. Eran anotaciones en una hoja de carpeta, en la que relataba un extraño sueño que tuvo. El último párrafo lo leyó dos veces,la segunda en voz alta:
-"...Hasta que la muerte nos separe,mi vida,me dijiste sonriendo. Y me disparaste en el pecho..."
                                                                                                                FIN 




jueves, 22 de agosto de 2013

Viaje de Ida

Leonel tenía las manos congeladas. El frío viento invernal le pegaba de frente y no tenía forma de protegerse de él.
La parada de colectivo en la que esperaba estaba a la intemperie, sin árboles ni paredes cerca en la cual guarecerse. 
Movía sus pies sin cesar para poder calentar su cuerpo. Cada minuto que pasaba se arrepentía de haberse levantado tan temprano. No era un buen día para salir a robar. Todavía faltaban varias horas para que salga el sol y la ropa que llevaba era insuficiente para contrarrestar el frío. Cuando estuvo a punto de volverse a su casa el colectivo asomó a lo lejos. Esperaba con ansias estar dentro del vehículo, con mucha gente a su alrededor apretujándolo. Hoy iba a servirle no sólo para revisar carteras y bolsillos sino también para evitar el frío. 
Cuando el ómnibus se acercó lo suficiente pudo ver a través del vidrio delantero que estaba vacío. Iba a tener que esperar a llegar al centro de la ciudad para empezar a "trabajar". Pero viajar sentado no le molestaba y hasta quizás podría dormir unos minutos. 
Le hace una seña con la mano para que se detenga y cuando el chofer le abre la puerta ve extrañado que efectivamente no había ningún pasajero. Todos los asientos estaban vacíos. <Qué raro>, pensó.
-¡Buen día! ¿Qué frío, no?-, le dijo el conductor con una gran sonrisa.
Lo tomó de sorpresa. Nunca hablaban ni saludaban los conductores de ómnibus. Menos a esas horas de la madrugada.
-Hola...si, hace mucho frío-, le contestó solo por cortesía. No tenía ganas de hablar.
-No va a ser por mucho tiempo, así dicen las noticias-, le replica mirándolo por el espejo retrovisor sin dejar de sonreír
Leonel le hizo una mueca de sonrisa forzada. Sacó su boleto y se sentó en el fondo, bien lejos para evitar que continúe la charla. Apoyó su cabeza en el asiento y aunque todavía lo intrigaba viajar tan solo la comodidad y la calefacción lo indujeron lentamente al sueño, no sin antes volver a mirar hacia adelante y percatarse que el chofer seguía con la misma expresión estúpida que tenía cuando subió. Ni bien retomaron la ruta principal se durmió profundamente.
                                                        ........................................................
El solitario viajero se despertó sobresaltado y con un calor sofocante. Tenía el torso húmedo y sobre su frente las gotas de sudor caían como catarata. Se secó la transpiración de la cara con las manos y se quitó la bufanda y la campera. Aún seguía en el vehículo, aunque este estaba estacionado y el conductor había desaparecido. Afuera la oscuridad era absoluta, no podía ver nada, apenas una luz en el fondo como si de la salida de una cueva se tratara.
Se bajó y comenzó a mirar a su alrededor. La temperatura era agobiante al punto de que le dificultaba casi respirar.
Sus ojos lentamente comenzaron a acostumbrarse a las penumbras.
De pronto escuchó grotescas risas que se acercaban. Comenzó a sentir miedo. Su transpiración empapaba ya todo su cuerpo.
-Creo que no aún no lo sabe-, dijo una de las voces riendo malévolamente.
Las siluetas comenzaban a tener formas cada vez más definidas. En una de ellas pudo reconocer al conductor y a pesar de que era la primera vez que veía a su acompañante comprendió lo que estaba pasando. Para su desgracia aquello no era una cueva.
Leonel se arrodilló y comenzó a sollozar
-Hola,hijo mío-, le dijo una voz cavernosa.

Un segundo después sintió las pesadas manos de Satanás posándose en sus hombros.
                                                                                                           
                                                                                                                             FIN

miércoles, 21 de agosto de 2013

La Fanática

No sabía calcular con exactitud,pero supuse que habría más de cincuenta mil personas. Era el recital más multitudinario que jamás había visto. 
En el momento en que llegué tocaba un grupo desconocido para mi, que hacia de telonero del plato principal,de mi héroe,de la persona que más admiraba en la tierra,Ricardo Arjuenaga. 
Sus canciones habían alimentado cada uno de los momentos de mi vida desde que lo conocí. Lo amaba con todo mi corazón,me sabía cada una de sus letras desde el primer disco que sacó hasta el último. Además sabía su vida completa,de sus comienzos como cantante callejero hasta su llegada a la cima.
A Arjuenaga lo aman pero también lo  odian. Y yo odio a quienes lo odian. Siempre lo defendí a muerte,hasta llegué a pelearme con familiares y amigos por él y lo sigo haciendo,con mucho orgullo. 
Cuando supe que iba a tocar en el estadio cercano a mi casa ni lo dudé. Como ninguna de mis amigas podía acompañarme, fui sola,pero sabiendo que otras fanáticas como yo iban a estremecerse con sus letras a mi lado.
Salí bien temprano de mi casa esperando ser de las primeras,quería tenerlo bien cerca cuando comenzara el show y soñaba que en algún momento me mirara,aunque sea solo una milésima de segundo.
Hacía horas que había entrado al estadio, y me ubiqué lo más adelante que pude,soportando el calor,los empujones de la gente y las tremendas ganas de ir al baño. Era evidente que no era la única,el olor me indicaba que algunas había perdido la pelea con sus vejigas,pero a nadie parecía importarle.
Ya casi llegaba la hora de Ricardo saliera a escena y todas estábamos con una gran excitación. Coreábamos su nombre con tanta fuerza que casi no se escuchaba lo que tocaba el grupo soporte. De alguna manera le estábamos diciendo que se vayan,queríamos ver a Ricardo,ya.
Y escuchó nuestras plegarias y salió. Con sus cabellos largos al viento,su cutis perfecto y bronceado y esa sonrisa que nos enamoraba a todas. Estaba vestido íntegramente de negro,con una remera bien pegada al cuerpo y pantalón de cuero. Era un Dios.
Cuando lo vi salir comencé a treparme como una loca las mujeres que estaban delante mio para estar más cerca. A su vez, sentía a otras hacer los mismo conmigo. Todo era una confusión de brazos,torsos,piernas y cabellos transpirados. Era una locura total. Los gritos eran ensordecedores. A pesar de que tenía gente trepada a mi espalda y los forcejeos me hacían doler la espalda, pude verlo ahí parado frente a nosotras, sonriendo y saludando con su mano en alto. Estaba a no más de diez metros de mi. Saqué fuerzas de mi interior e intenté acercarme aún más,tironeaba de brazos y hombros y me llenaba del sudor de las otras fans. No me importaba nada de nada,era una lucha ciega por estar adelante de todo,bien pegada a la valla de contención. Quizás de esa manera Ricardo,como suele hacer siempre en sus recitales,me invite a subir a cantar "Historias de Remis",la "Mujer de los ocho lustros" o "El Tema de Andrés". Si elegía a alguien tenía que ser a mi. Ya estaba cerca,solo un par de metros me faltaban para llegar. 
Ricardo ya había arrancado con su show pero todavía no podía prestarle toda la atención que quería,porque luchaba a brazo partido por ganar un lugar pero también por no perder el que ya había ganado. 
En el esfuerzo no pude contenerme y me oriné en mis pantalones. No le di importancia, en cierta forma lo vi como una preocupación menos.
Ahora solo pensaba en la valla, esa que cada vez estaba más cerca. Ya casi la tocaba con mis dedos. Cuando me pude aferrar con las dos manos al metal, tiré con todas mis fuerzas,como nunca lo había hecho. Podía ver mis venas a punto de estallar.
Por fin,luego del tremendo esfuerzo y ayudado por movimientos de mi cuerpo ya cansado,pude llegar al lugar donde quería. Donde todas queríamos estar,frente a Ricardo Arjuenaga. Mi ídolo,mi vida,mi amor imposible. 
Me sentía plena,su cercanía me hacía olvidar que estaba despeinada,transpirada,con la ropa estirada y descocida y hasta orinada. ¿Pero qué me importaba? Lo tenía tan cerca que casi podía tocarlo. Estaba cantando"Si el este fuera el oeste",una de mis preferidas. Canté con todas mis ganas,a los gritos y llorando...cuando terminó, lloré,lloramos todas. Me abracé a una chica que estaba tan conmovida como yo. Las dos éramos unos esperpentos malolientes,apretujadas contra la valla, pero felices como nunca. Así eramos las "Arjuenaguísticas",como nos decía la prensa. 
Ricardo se tomó unos minutos antes de la siguiente canción para hablarnos. Nosotras gritábamos por cualquier cosa que decía. Su acento centroamericano me derretía por completo. A todas nos pasaba. Entre las vallas y el escenario había un pequeño corredor en el que estaba apostada la gente de seguridad. A unos metros,a mi izquierda, un grupo de mujeres intentó saltar y el hombre que estaba en frente nuestro fue a ayudar a los que intentaban detener a las desaforadas fans,y en ese momento aproveché mi oportunidad. 
Como una gacela salté la valla y ni bien pise el corredor,respiraré hondo y con otro salto me trepé al escenario de forma poco ortodoxa y corrí a abrazarlo. Pude ver su expresión de asombro al verme hacer eso. Lo abracé con fuerza y lo besé en el pecho,que era hasta donde llegaba mi cabeza. Intenté besarlo en la boca pero él no me dejó. De pronto sentí unos brazos fornidos que me separaban de él y me llevaban detrás del escenario. Escuchaba gritos,aplausos y silbidos.
El de seguridad,una vez que el telón nos tapó me insultó y me entregó a la policía,que a su vez me llevó fuera del estadio. El policía,con una sonrisa,me dijo:
-"La verdad que las fanáticas me sorprenden cada día más,hacen cosas muy locas por sus ídolos...pero usted abuela,es el colmo..."
                                                                                                                                 FIN

sábado, 17 de agosto de 2013

El Secreto


-"¡Si,mamá!en serio...¡cada vez que paso por ahí alguien me llama!"
-"¡Pero dejá de hablar pavadas! como va a haber alguien ahí...¿no vez que es un terreno vacío?", le dice la mamá apuntando al terreno solo poblado por pastos no muy altos y un árbol en un rincón,al fondo.
-"¡Como te gusta hacerme perder el tiempo!" le recriminaba al chico por hacerla caminar dos cuadras solo para verificar que efectivamente no había nadie allí.
-"¡No te estoy mintiendo,má! cada vez que paso alguien me habla y me dice "Vení,Agustín,vení a jugar..."
La mamá de Agustín no le prestaba atención ,solo caminaba enojada delante de él pensando en el tiempo que estaba perdiendo por lo que creía era un invento del chico.
Agustín no volvió a decir más nada hasta que llegaron a la casa. El papá, sabiendo bien lo que fueron a hacer, le preguntó a la madre que había pasado y esta, aún enojada, le contesta:
-"¡Nada!, ¿que va a pasar?...no tiene nada que hacer y rompe las pelotas con inventos",le dice de mala manera.
Agustín se quedó sentado en la entrada de la puerta escuchando como la madre continuaba quejándose con su papá porque aquella situación. Pero él sabía que no era un invento: todos los días cuando pasaba por ese lugar, alguien lo llamaba.
                                                               ..........................................
Aquel baldío quedaba a mitad de camino entre su casa y el colegio,y si bien a la mañana su papá lo llevaba en el auto, al mediodía siempre hacía el recorrido caminando,generalmente solo. El barrio en el que vivía era muy tranquilo y casi nunca había gente a esas horas en la calle. No les había contado a sus compañeros de colegio ni  a sus amigos porque estaba seguro que lo iban a cargar, pero después de varios días decidió contárselo a su mamá, con no muy buenos resultados.
La primera vez que sucedió pensó que era alguno de sus amigos que le estaba jugando una broma. Aquella vez se detuvo y se quedó mirando desde la vereda inspeccionando todo el lugar. Hasta  había respondió al llamado, pero solo recibió de respuesta un largo silencio. Pensó que quizás había sido su imaginación.
Al día siguiente volvió a suceder. Esta vez  respondió con un "¿Quién está ahí?" pero no recibió respuesta. Al tercer día fue preparado. Se llevó unas piedras y cuando estuvo frente al terreno se quedó esperando a que la voz volviera a llamarlo, pero esta vez nada sucedió. Igual tiro cuatro piedrazos en distintos sectores, por si acaso. Cuando hizo los primeros pasos hacia su casa escuchó que lo chistaban. Del susto salió corriendo. Los restantes días de esa semana se cruzó de vereda pero igual a lo lejos y casi en forma de susurro escuchó la misma frase de los primeros dos días: "Vení,Agustín,vení a jugar...".
                                                                  .............................................
Luego de escuchar la respuesta reprobatoria de la madre,el papá de Agustín se sentó a su lado, mirándolo. Lo tomó del hombro con una sonrisa.
-"Yo te creo", le dijo.
Con expresión de felicidad le respondió:"¡¿En serio,pá?!"
-"¡Si,más vale que te creo!...te voy a contar una historia, pero tiene que quedar entre nosotros,¿sabés?"
Agustín asintió contento.
-"Cuando yo era chico siempre jugábamos con los chicos en ese baldío. Era mucho más grande  que ahora porque había menos casas. Jugábamos al fútbol, a la mancha,a las bolitas,nos trepábamos a los árboles...¡de todo hacíamos! Vos pensá que en mi época no existían los videojuegos ni todas las cosas con las que ahora ustedes se divierten. Lo único que teníamos era ese terreno enorme del que ahora solo queda esa pequeña parte que nunca se vendió. Eramos seis los pibes del barrio que después de la escuela íbamos a jugar ahí".
El chico escuchaba la historia del padre con mucha atención
-"De todo el terreno, la parte del fondo era la que más usábamos porque había muchos árboles que en verano hacían sombra y a los que nos subíamos a jugar a las naves espaciales...y cuando iba oscureciendo nos quedábamos un rato más, antes de que se haga de noche a contar historias de terror. Un día de vacaciones, cuando ya el sol casi se había se había ido, apareció un chico nuevo a jugar con nosotros. Nos dijo que era nuevo en el barrio. Se llamaba José, nos contó que vivía con su abuela a unas cuadras de acá y que iba a ir a nuestra escuela ni bien empezaran las clases. Nos preguntó si podía jugar con nosotros y le dijimos que sí. A partir de ese día todas las tardes venía a jugar, siempre cuando el sol se iba porque decía que la abuela antes no lo dejaba. Cuando nosotros nos íbamos a nuestras casas,él se quedaba solo,mirándonos como partir desde el fondo del baldío...Y así, después de dos meses, un día desapareció y nunca más lo vimos. Tampoco fue a la escuela como nos había dicho...".
Agustín escuchaba con los ojos bien abiertos,quería saber que había pasado con José.
-"Cuando vimos que no venía más a jugar,fuimos a buscarlo a donde nos había dicho que vivía pero nadie lo conocía,ni a él ni a la abuela. Pensamos que nos había mentido o que le entendimos mal la dirección. El tiempo pasó y nunca más lo vimos ni supimos de él...¡Hasta que un día apareció su abuela! En las vacaciones del siguiente año, mientras jugábamos,vino una señora preguntándonos si nosotros eramos los amiguitos de su nieto José. Nos pusimos muy contentos porque pensamos que había vuelto. Le dijimos que sí y le preguntamos si iba a volver a jugar con nosotros pero nos dijo que no iba a poder porque se había ido muy lejos, pero él quería que supiéramos que íbamos a ser sus amigos para siempre. Nos dijo eso y se fue caminando lentamente,con una gran sonrisa en los labios. La quedamos mirando un poco desconcertados. Hizo unos pocos metros, aproximadamente hasta allá-y señaló con el dedo índice un punto cerca de la vereda-y antes de llegar a salir del terreno desapareció...¡¿pero desapareció,eh?! Literalmente...¡se esfumó como por arte de magia!...fuimos corriendo hacia donde había estado parada pero no había nada...¡No podíamos creer lo que habíamos visto!"
-"¿Vos decís que el que me habla es él?", preguntó Agustín mientras sentía un frío en la espalda
El padre hizo un gesto de duda y con una sonrisa le dijo:
-"Vení,mejor vamos al campito un rato y hablamos allá..."
Salieron de la casa y fueron caminando hasta el terreno vacío. Cuando llegaron se pararon y se quedaron mirando, como esperando escuchar algo, pero el silencio era total.
-"Entremos", le dijo a Agustín, que lo miró con cierto temor. Dudo unos segundos pero aceptó, no sin antes aferrarse fuerte a su mano.
Comenzaron a caminar por el pastizal levantando alto los pies. A medida que se internaban los pastos  eran cada vez más altos, al papá le llegaban a la cintura y al niño casi al pecho, pero en el centro  había un espacio circular con el césped muy corto de aproximadamente dos metros de diámetro .
-"Sentáte y cerrá los ojos. Confíá en mi", le dijo a Agustín con una sonrisa.
Agustín,un tanto extrañado pero sin hacer preguntas se sentó a su lado. Sintió que su papá le tomó la mano. Esto lo tranquilizó. Sin saber bien que debía hacer,Agustín se limitó a esperar allí junto a su padre.
De repente comenzó a sentir una extraña y reconfortante tranquilidad acompañada de imágenes increíblemente reales. Con los ojos todavía cerrados, podía "ver" el terreno donde estaban,aunque era diferente. Era mucho más grande y el pasto era corto. En algunos espacios había sólo tierra. Giro su cabeza, siempre sin abrir los ojos, y vio al fondo el grupo de árboles del que le había hablado su papá. En sus ramas había chicos jugando,¡y uno era su papá!. Lo sabía porque en su casa había muchas fotos de él de cuando era chico, y también de sus amigos. Uno de ellos se acercó y le dijo:"Vení Agustín,vení a jugar con nosotros". Le ofreció la mano para ayudarlo a pararse. Al ponerse de pie,Agustín se sintió flotar. Una sensación de felicidad lo embriagó.Los demás chicos también se acercaron a saludarlo. A su lado, su padre ya no estaba. Aquel adulto que lo llevó hasta allí ahora era un pibe más.
-"Agus,no tengas miedo,acá nos encontramos a jugar con los chicos...José solo quería que seas parte del grupo, por eso te llamaba", le dijo tomándole del hombro amigablemente. Agustín aceptó la invitación con una sonrisa y se dejó llevar por ese grupo de chicos con ansia de juegos.
Luego de largas horas de diversión con sus nuevos amigos,su papá se le acercó transpirado y con  mucha tierra sobre su ropa para decirle:
-"Agus,vamos a tener que irnos casa, pero quedate tranquilo que vamos a volver, más seguido de lo que pensás".
Se despidieron de José que se quedó sentado a la sombra de uno de los árboles, saludándolos con un divertido "Hasta luego".
No alcanzó a contestar el saludo.
Agustín sintió un leve apretón en la mano y abrió los ojos. Al hacerlo vio a su padre sentado a su lado con una gran y blanca sonrisa. El sol increíblemente seguía en la misma posición que cuando llegaron al baldío. Para el resto del mundo no había pasado más que un instante y sin embargo para ellos habían sido largas horas de diversión.
Se pusieron de pie y salieron de aquel mágico baldío sabiendo que ahora tenían más que una relación de padre e hijo. Su papá estaba compartiendo con él algo más que un simple secreto. Compartía la felicidad de ser un niño para siempre.
                                                                                                                      FIN


jueves, 15 de agosto de 2013

Sin Palabras

La música sonaba con un volumen increíble y hacía imposible hablar con normalidad. El boliche estaba lleno de personas que se divertían, bailaban y daban vueltas alrededor de las tres pistas. Yo estaba acompañado de mis dos amigos,Fabián y Marcos.
Habíamos elegido ese lugar luego de años de no ir a bailar,para que Marcos se despejara un poco después de la ruptura con su novia. Nunca nos contó con detalles que había pasado y tampoco preguntamos mucho sobre ello. Aunque éramos muy amigos,había cosas que debían quedar dentro de la pareja.
Esa noche salimos para tratar de pasarlo bien y olvidarnos de los problemas. Íbamos de un lado al otro del local,compartiendo bebidas y bailando con chicas que rápidamente se perdían en la multitud cuando veían lo pasado de alcohol que estábamos. Luego de varios tragos,Marcos se me acerca y me dice que no se sentía bien. Le pregunto si se quiere sentar y lo acompaño hasta unos bancos que estaban en una esquina,alumbrados sólo por una tenue luz roja.
Se sienta y se toma la cara, diciéndome que quiere vomitar. Le aconsejo que se quede quieto,que cierre los ojos y que trate de aguantarse porque estábamos lejos de los baños.
Me pregunta donde estaba Fabián,y le digo que está bailando pero que no llegaba a ver bien con quién lo hacia. Posiblemente solo. Me dice que lo llame. Le pregunto si se le había pasado y con un gesto de la cabeza me dice que no. 
-"Llamalo a Fabián",me dice
-"Quedate un ratito acá,voy a buscarlo y vengo". 
Me paro y esquivando personas voy en su búsqueda. Ya no estaba donde lo había visto antes. Miro por los distintos sectores de la pista y nada. Vuelvo al banco y veo que Marcos tampoco estaba, seguramente no aguantó más el malestar y se había ido al baño. Me dirigí hacia allá y una vez dentro lo vi lavándose la cara y mojándose el pelo. Estaba pálido pero me dijo que se sentía mejor.
-"¿y Fabián?,preguntó
-"Ni idea...estaba en la pista cuando nos fuimos a sentar pero lo perdí de vista. Vamos a buscarlo que me quiero ir",le dije y salimos del baño.
Nuevamente la música era ensordecedora. Me había desacostumbrado a eso y la verdad no la extrañaba para nada. Hice unos pasos y al darme vuelta,Fabián había se parado a hablar con grupo de chicas, desentendiéndose de mi. Le pongo la mano en el hombro y le hago un gesto para que me siga pero él con otro, me dice que no. Lo dejo y sigo camino,metiéndome entre la maraña de gente. Alcanzo a ver la cabeza de Fabián del otro lado del local,cerca de la barra,hablando animadamente con alguien pero no veo bien quien es. Voy hacia donde está pero a su vez él y su acompañante también caminan,alejándose más de donde yo estoy. Apuro el paso pero es casi imposible. Voy a contramano de una fila de personas que me empujan hacia atrás. Cuando logro pasar me doy cuenta que volví a perderlo. Me paro donde él había estado parado hasta hacía unos minutos, y poniéndome en puntas de pies, lo busco. Ahí estaba,a unos diez metros,nuevamente al otro lado de donde yo me encontraba. Reconozco su espalda y parece estar abrazado con alguien,como si se estuvieran besando. Decido acercarme igual,quería avisarle que me iba a ir de ahí,que no aguantaba más el ruido ni la gente. Cuando por fin lo tengo a medio metro se da vuelta y veo que la chica a quien besaba apasionadamente era la ex de Marcos. Ella me miró y sonrió como si nada,saludándome.
-"¡¡¿Qué hacés,Fabián?!! ¿estás loco? ¡Si te ve Marcos te baja los dientes...y a vos también!",les dije
Sabía que no me habían escuchado pero era evidente mi enojo por la forma en que se los dije. Me acerqué a él y volví a decirle lo mismo al oído, pero solo balbuceó algo que no entendí y se tiró encima de Romina, que estaba tan borracha como él. Miré hacia atrás y veo que Marcos esta viniendo hacia donde estábamos parados. Me adelanto para evitar que vea esa escena y salgo a su cruce pero venía muy embalado, como si ya hubiera visto lo que pasaba. Le tomo de sus brazos para que no haga una pavada y lo empujo hacia atrás, pero estaba desencajado.
-"¡Dejáme,los mato a esos dos hijos de puta!", dijo llorando de la impotencia,tratando de sacarme de encima
-"¡Esperá,estas muy mal,te vas mandar una de la que después te vas a arrepentir! ¡Vamos,vamos afuera...!"
-"!Te voy a matar, a vos te digo!,apuntando con el dedo hacia donde estaban los dos, que ya se habían separado y parecía que la borrachera se les había ido mágicamente. Cuando los tuvimos lejos,se sacó mis brazos de encima con violencia  y tambaleándose encaró hacia la puerta. Era tal el movimiento  y el ruido ahí dentro que todo pasó inadvertido para los demás. 
Ni bien estuvimos afuera se sentó en la vereda y comenzó a llorar desconsoladamente. Nunca lo había visto así. Me senté a su lado y lo abracé. No sabía que decirle...Fabián es uno de sus mejores amigos y ella  es su reciente ex novia...¿Qué decirle? No hizo falta, se secó las lágrimas,me miró fijo y me dijo:
-"Vos sos mi mejor amigo,Seba...También tenés que saberlo...¿sabés que es lo peor de esto? Que la dejé a ella porque me enamoré de otra persona y se lo dije. Y se lo conté porque no quería mentirle...¡y mirá como me paga la muy perra!", y se largó a llorar otra vez. Seguía sin poder decirle nada. Sólo lo miré, tratando de acompañarlo en su dolor. Y continuó:
-"Ella sabía que me enamoré de él,¡sabía!...¡y me lo hizo a propósito!...me lo hizo a propósito...".Marcos sí que sabía como dejarme sin palabras.
                                                                                          FIN