domingo, 28 de julio de 2013

El Juego

Entré a la habitación porque me pareció escuchar a mi hijo hablar con alguien.  Al abrir la puerta lo vi acostado,pero con el cuerpo hacia el otro lado de la cama,mirando al piso.
-"¿Con quién hablás?",le pregunté 
-"Con nadie papi,estoy jugando solo",me dijo un poco triste.
-"Esta bien,pero es hora que te duermas porque mañana tenes que ir a la escuela". El rápidamente se acomodó cuando me vio entrar,como evitando que vaya hasta donde estaba mirando antes. Solo me acerqué,lo tapé bien y le di un beso. Apagué la luz y cerré la puerta no sin antes quedarme pegado a ella para tratar de escuchar algo más. Dijo algo en voz baja y después no volvió a decir más nada. Cuando me alejé me pareció escuchar risas.
Al otro día en el mismo horario, se repite la misma situación,con la diferencia que esta vez había otra voz que no era la de mi hijo. Estaba seguro que no era la suya. Esta vez entré sin golpear y de nuevo estaba acostado mirando hacia el suelo. 
-¡¿Con quién hablás?! le pregunté un tanto preocupado, al tiempo que me acercaba a ver que hacía. 
-¡Con nadie papá! Solo estoy jugando",me dijo algo molesto. Miré bajo la cama y no había nada,solo algunos juguetes desparramados. 
-¿Qué buscás,pa?,me interrogó 
-"Nada,quería ver con qué jugabas,pero no veo nada...¿en que andás?",le dije riéndome y tratando de restarle importancia al tema. El no me contestó y solo se encogió de hombros. Lo arropé y le di un beso en la frente diciéndole "dormite" y salí.  Me paré detrás de la puerta nuevamente a escuchar. Nada,silencio total.
Me fui a mi pieza y me acosté. Me costó mucho conciliar el sueño. Nunca lo había visto jugar solo a esas horas. Siempre al acostarse se dormía casi al instante. La intriga pudo más y me levanté. Tratando de no hacer ruido entré a su habitación y me quedé parado por unos minutos,no sabiendo bien que buscaba. El dormía plácidamente. Fui al lado de la cama en donde siempre jugaba y revisé otra vez, pero como me imaginé,seguía todo igual. Pero esta vez ví que del otro lado había algo que no llegaba a distinguir bien. Parecían dos zapatitos. Traté de hacer foco pero la poca luz que venía del pasillo era insuficiente. Tenía que salir de allí para acercarme a ver. Saco mi torso de debajo de la cama para pararme y veo en las penúmbras  la figura de mi hijo, de rodillas en la cama, con algo largo entre sus manos. Cuando el frío filo del larguísimo cuchillo se incrusta en mi garganta y sintiendo brotar sangre a borbotones sobre mi pecho,escucho una voz de niño muy aguda detrás de él que le dice con pasmosa tranquilidad:-"Ahora sí vamos a poder jugar...". Lo último que escuché fueron risas.
                                                                                                          FIN

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