domingo, 21 de julio de 2013

La Casa de las Frutas

Los dos chicos eran muy persistentes.
Las tres veces que en la última semana se habían acercado a esa casa para sacar naranjas del árbol les había traído consecuencias dolorosas. Sus manos aún  les dolían de recibir varillazos de la anciana dueña de la casona cada vez que se trepaban al paredón para arrancar las frutas que mitigaban un poco el calor de esas tardes de verano,pero más que nada lo hacían para pasar el tiempo en épocas de vacaciones, teniendo en cuenta que en el pueblo donde vivían no había mucho para hacer, más que vagar por las tranquilas calles o en su defecto, ir hasta allí,"La casa de las frutas",como era conocida en el pueblito. Esta estaba ubicada a unos dos kilómetros del pueblo y era blanco de muchos mitos como sucedía en casi todos los lugares similares a ese.
Hoy iban a intentarlo de nuevo. Después de tantas veces ya le habían tomado el tiempo a la mujer, o por lo menos eso creían.
Ahora te toca a vos-, le dijo el más pequeño, de unos 9 años a su compañero de travesuras, apenas un par de años más grande que él.
No,¡andá vos de nuevo!,la última vez apenas si te rozó con el palo y a mi me pegó con todo,¿¡mirá la marca que tengo!?-,se justificó. Después de discutir un poco sobre quién subía, el más grande aceptó viendo que su amigo tenía algo de razón . Se conocían desde hacía poco pero ya se habían hecho grandes amigos y eran inseparables.
Siempre que se acercaban a la casa lo hacían por la parte de atrás. Casi no conocían el frente de la casa ya que la única vez que pasaron por allí vieron que lo que realmente les interesaba estaba en el otro lado. Además el temor a que la mujer los pudiera reconocer-algo improbable salvo que vea sus manos marcadas- y los rete los llevaba a dar vueltas a la manzana antes que pasar por adelante. La realidad era que no le conocían la cara y suponían que ella tampoco la de ellos
Ya con la decisión tomada de quién iba a treparse y con la casa a escasos metros vieron con resignación que las naranjas ya no sobresalían de las ramas que daban a la vereda.  Las más cercanas estaban muy altas y aproximadamente a un metro dentro del terreno.Iban a tener que pararse sobre el tapial para poder recogérlas y eso implicaba dos problemas: era mucha altura y la mujer iba a poder verle la cara y luego podía acusarlos con sus madres. Pero habían caminado mucho para que ese detalle los haga desistir de la misión.Se miraron y sin decir nada el más pequeño apoyó su espalda contra la pared y unió sus manos para que su amigo pudiera treparse. Este respiró hondo y con cierta dificultad comenzó a subir. Primero apoyándose sobre sus manos y luego sobre sus hombros y cuando estaba ya a cierta altura, con un envión se se sentó sobre el paredón. Nunca había visto el patio donde se encontraba el árbol ya que siempre les alcanzó con estirar la mano, y desde adelante la casa tapaba por completo el fondo. Quedó maravillado. Era un patio inmenso con varios árboles frutales,aunque todos ellos en el centro del terreno,salvo el naranjal.
-"Guaaaaaau", dijo y miró a su amiguito que estaba ahí, asustado al verlo tan alto, pero más que nada tenía miedo de la desconocida mujer armada con la varilla.
-¿Qué pasa,cómo es adentro?-, le preguntó ansioso. Desde las alturas su amigo no le contestó enseguida porque seguía admirado de lo que allí veía.
-¡Esta lleno de árboles con frutas!-,le dijo todavía asombrado.
-"¡Dale,apurate antes que venga la vieja!-,le dijo desde la vereda, mirando para todos lados esperando que nadie pasara cerca.
Además de los árboles, era un espacio con mucho césped, un lugar realmente hermoso en donde había cuatro asientos de plaza acomodados en cada punta del patio. Evidentemente era un lugar donde los dueños de la casa pasaban horas a la sombra de aquellos hermosos ejemplares.
-<como deben comer frutas en esta casa>,pensó mientras analizaba como agarrar las naranjas sin caerse ni hacer ruido. Finalmente, y con movimientos lentos se tomó de una de las ramas más gruesas y estiró su mano lo más que pudo hasta llegar a la fruta más cercana,la arrancó y se la dio a su socio,que las agarró y la dejó en el piso para ponerse nuevamente en posición. Pasados unos minutos tenían ya más que suficientes, pero como no sabían si se iban a animar a hacerlo de nuevo querían asegurase una buena provisión,como para varios días.
El trabajo estaba casi terminado, ya no quedaba ninguna cerca y la mujer -guiándose por las veces anteriores-en cualquier momento iba a aparecer. Cuando se dio vuelta para saltar hacia la vereda y escapar con el botín, una mano lo tomó de su pierna izquierda y lo empujó hacia el patio. Cayó y se golpeó la cabeza en el tronco del árbol,le pareció escuchar decir algo a su amigo. Lo último que vio fueron dos pies cerca de su cabeza. Finalmente se desmayó.
Cuando se despertó estaba en una habitación a oscuras, donde el único rayo de luz entraba por una delgada linea en la unión de las cortinas del ventanal. Estaba acostado sobre una cama enorme y se sentía muy mal. Se levantó con dificultad y cuando lo hizo sintió un increíble mareo.Apenas podía abrir los ojos y le dolía horrores la cabeza. Caminaba torpemente y apenas podía balbucear palabras. Se acercó a la ventana muy despacio,corriendo un poco las cortinas  pudo ver que esta estaba enrejada y la habitación donde se encontraba estaba en el segundo piso de la casa. La ventana daba al patio desde donde podía ver el naranjo y el gran campo alrededor de la casona. El pueblo no se veía debido a la distancia y a los campos circundantes, donde los grandes álamos ombúes abundaban. Giró y fue hacia la puerta. Esta no tenía llave puesta, así que salió tratando de no hacer ruido pero era imposible debido a los mareos. Al salir,miró a ambos lados del pasillo   y vio muchas puertas que llevaban a otras habitaciones,todas ellas cerradas. Le pareció escuchar cierto susurros. A la derecha había una amplia escalera de madera. Cuando iba hacia allá sintió un olor nauseabundo,no sabía muy bien a qué.Todas las ventanas estaban enrejadas con unos gruesos caños de metal. Se acercó a la baranda  y  vio que la mujer estaba abajo, mirando hacia la puerta de entrada,sentada en una silla mesedora. En su mano tenia una larga varilla de madera que  movía hábilmente. Solo podía verle el pelo canoso y despeinado. Estaba de espaldas a él. En un rincón de la habitación, sentado y mirando hacia el mismo lado que la anciana estaba su amigo, que lo miró y le sonrió de una manera extraña,como nunca le había visto, para luego volver a ver fijamente hacia la puerta. Sin darse vuelta, la anciana le dijo-"En la vida hay que saber elegir a las amistades,saber de ellas es importante,sino pueden ser un arma de doble filo", cuando terminó de decir esto, el que creía que era su amiguito se le acercó,le dio un beso en su cabeza cana y salió corriendo por la puerta, nuevamente con rumbo al pueblo. La mujer giró su cuerpo con rumbo a la escalera y el chico,casi a punto de desmayarse, vio que no existía tal señora y lo que parecía un cabello cano era una burda peluca sobre la cara de un horrible hombre barbudo. -"Hora del castigo a los pecadores"dijo con voz gruesa y golpeando la enorme varilla en la palma de su mano. Antes del desmayo,ya de rodillas por los mareos, escucho como desde las habitaciones comenzaron a escucharse llantos desesperados de otros chicos.
                                                                                                                                  FIN        




2 comentarios:

  1. La inocencia robada por un fruto malvado.. ...pobrecito el chiquilin.

    ResponderEliminar
  2. Epa! Muy bueno el final! Bastante perturbadora la historia.

    ResponderEliminar