viernes, 2 de agosto de 2013

El Maizal


Carlitos y Pedro salieron de la escuela más tarde que de costumbre. Hoy les tocó quedarse a limpiar el aula una vez que la clase terminó, regla que había impuesto la nueva maestra. 
Cuando terminaron, retomaron juntos el camino a sus respectivas casas mientras el sol invernal se perdía tras los altos árboles del horizonte campero . Salieron felices de haber cumplido con su labor. Iban jugando, empujándose y pateando piedras haciendo goles imaginarios. Al pasar la ruta principal, tomaron el angosto camino de tierra rodeado de campos de maíz que los llevaba a sus hogares. Cada tanto corrían, metiéndose entre las filas de plantas frondosas que usaban de escondite. Iban y venían cruzando la calle y escondiéndose hasta que el otro lo encontraba. En una de las tantas veces que entraron al maizal vieron algo que los dejo espantados. Parecía una oveja o algún tipo de animal similar. Era imposible saber bien que era porque su cuerpo estaba destrozado, sin cabeza y desgarrado por todas partes.
-¡¿Qué le habrá pasado?!,preguntó Carlitos
-No sé...parece que es una vaca,¿no?
Carlitos,que miraba con asco el cuerpo ensangrentado se encogió de hombros.
Se quedaron inspeccionando un rato más, tocando con un palo el cuerpo sin vida tratando de dilucidar que animal era, sin darse cuenta que la luz del día había desaparecido.
-"Quiero irme a mi casa",dijo Carlitos dándose cuenta que ya era muy tarde
-Si,vamos que ya deben estar preocupados...cortemos camino por el maizal,así llegamos más rápido"
-"Nooo,me da miedo ir por ahí,vamos por la calle"
-"Vamos por acá...¡dale!",dijo Pedro y sin esperar respuesta de su amigo se internó en el maizal.
-"No, Pedro,vamos por acá, ¡dale!". Pero fue inútil. Lo llamó dos veces más gritando su nombre pero no respondió nunca. Entonces comenzó a caminar, pensando que Pedro saldría tras de él, pero esto no sucedió. Con miedo siguió caminando y cuando hizo unos cien metros escuchó un grito desgarrador. Era la voz de Pedro. Luego otro grito. Y otro. Carlitos se asustó, más aún cuando lo escucho gritar "¡¡Corré...Carlos,corré!!",y su voz se apagó súbitamente. De repente gruñidos salvajes mezclados con gritos se escuchaban de fondo. El pequeño comenzó a correr a toda velocidad y aquello que había atacado a su amigo ahora corría en dirección a él.
No sabía hacia donde escapar y la oscuridad no lo ayudaba en nada. Decidió salir de la calle y meterse en la plantación, del lado contrario de la calle donde se había metido su amigo. Ahí se quedo, quieto,respirando con dificultad y con lágrimas en los ojos. Quería llorar con todas sus ganas pero sabía que no podía. Escuchó que al otro lado del maizal, cruzando la calle,algo se acercaba. Se quedó muy quieto. De repente se hizo un gran silencio,solo quebrado por el roce de las hojas mecidas por la brisa de la noche. Hasta que para su horror,se escucharon los pasos de algo o alguien acercándose, gruñendo. No alcanzaba a ver nada,la tenue luz de la luna sólo dejaba ver las sombras fantasmagóricas de las plantas. Se abrazó a sus piernas y trató de no hacer ruido. Sentía su corazón latir a mil por hora,como si fuera a salirse de su pecho. Otra vez silencio profundo,como si estuviera esperando a que se mueva. Creía que podía ser un puma, de esos que cada tanto aparecen y se comen el ganado para luego desaparecer o ser cazado por la gente del pueblo. Él sabía muy bien que si era un puma o algún felino similar ya sabría perfectamente donde estaba. Lo olfatearía. Sin embargo todavía no lo había atacado. Quizás el tener ya una presa lo hiciera desistir de matarlo, pensó, y recordó que esa"presa" era Pedro,su amigo. LLoró en silencio. Dejó pasar unos minutos y se paró sin hacer ruido. Iba a ser imposible salir de ahí con un animal tan veloz persiguiéndolo. 
Salió sigilosamente hasta llegar a la despareja calle. No veía nada,sólo a lo lejos una pequeñisima luz que titilaba. Era su casa. Al no ver al animal dio unos pasos apoyando apenas la planta de los pies y agudizando su oído. Sentía el sudor frío correr por su espalda pero no dejó de caminar. No escuchaba ningún ruido y esto lo estimuló a apurar el paso. Cuando se dio cuenta,estaba corriendo a gran velocidad, pero para su desgracia comenzó a sentir que algo corría detrás de él,muy cerca,dando unas especies de ladridos. Comenzó a llorar desconsoladamente,sabiendo que no iba a poder escapar,hasta que su cuerpo cedió y se rindió. Se arrodilló,puso sus manos sobre su cara y lloró como lo que era,un niño de ocho años. Nunca había llorado de esa manera. Escucho pasos acercándose lentamente y se dio vuelta,con mucho miedo. El animal gruñía en forma pausada y a medida que la distancia que los separaba era menor, logró percibir pese a la oscuridad que era más grande de lo que pensaba. Parecía un gran perro con un espeso pelambre. Lo tenía a menos de un metro y comenzó a sentir un olor nauseabundo que venía de su hocico. Se acercó tanto que sus caras prácticamente se tocaban. Se le revolvíó el estómago debido al terrible aliento del animal. No era un puma,tampoco un perro. No sabía que era. Estaba agachado frente a él. No caminaba en cuatro patas. Por su posición más bien parecía un mono,aunque su cara sí era parecida a un perro o un zorro. Carlitos ya no lloraba más,el terror que tenía era tal que solo atinó a mirar fijamente al animal, con los ojos muy abiertos y temblando como una hoja. La bestia lo olió varias veces mientras gruñia sin parar pero en un tono bajo. Finalmente, dio media vuelta y se fue. Carlitos,todavía estupefacto y temblando,vio con asombro el cuerpo del animal que se alejaba lentamente. Tenía pantalones y llevaba puestas zapatillas rotas,exactamente igual a las que tenía Pedro. Cuando por fin despareció en la oscuridad, comenzó a correr en la otra dirección, jurándose nunca más jugar con Pedro. Por lo menos de noche.
                                                                                                                   FIN

3 comentarios:

  1. Me gusto el relato "Lisandro". Muy buena la vuelta de tuerca del final!

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  2. Me alegro que te haya gustado Martín. Pulgar para arriba

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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