sábado, 17 de agosto de 2013

El Secreto


-"¡Si,mamá!en serio...¡cada vez que paso por ahí alguien me llama!"
-"¡Pero dejá de hablar pavadas! como va a haber alguien ahí...¿no vez que es un terreno vacío?", le dice la mamá apuntando al terreno solo poblado por pastos no muy altos y un árbol en un rincón,al fondo.
-"¡Como te gusta hacerme perder el tiempo!" le recriminaba al chico por hacerla caminar dos cuadras solo para verificar que efectivamente no había nadie allí.
-"¡No te estoy mintiendo,má! cada vez que paso alguien me habla y me dice "Vení,Agustín,vení a jugar..."
La mamá de Agustín no le prestaba atención ,solo caminaba enojada delante de él pensando en el tiempo que estaba perdiendo por lo que creía era un invento del chico.
Agustín no volvió a decir más nada hasta que llegaron a la casa. El papá, sabiendo bien lo que fueron a hacer, le preguntó a la madre que había pasado y esta, aún enojada, le contesta:
-"¡Nada!, ¿que va a pasar?...no tiene nada que hacer y rompe las pelotas con inventos",le dice de mala manera.
Agustín se quedó sentado en la entrada de la puerta escuchando como la madre continuaba quejándose con su papá porque aquella situación. Pero él sabía que no era un invento: todos los días cuando pasaba por ese lugar, alguien lo llamaba.
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Aquel baldío quedaba a mitad de camino entre su casa y el colegio,y si bien a la mañana su papá lo llevaba en el auto, al mediodía siempre hacía el recorrido caminando,generalmente solo. El barrio en el que vivía era muy tranquilo y casi nunca había gente a esas horas en la calle. No les había contado a sus compañeros de colegio ni  a sus amigos porque estaba seguro que lo iban a cargar, pero después de varios días decidió contárselo a su mamá, con no muy buenos resultados.
La primera vez que sucedió pensó que era alguno de sus amigos que le estaba jugando una broma. Aquella vez se detuvo y se quedó mirando desde la vereda inspeccionando todo el lugar. Hasta  había respondió al llamado, pero solo recibió de respuesta un largo silencio. Pensó que quizás había sido su imaginación.
Al día siguiente volvió a suceder. Esta vez  respondió con un "¿Quién está ahí?" pero no recibió respuesta. Al tercer día fue preparado. Se llevó unas piedras y cuando estuvo frente al terreno se quedó esperando a que la voz volviera a llamarlo, pero esta vez nada sucedió. Igual tiro cuatro piedrazos en distintos sectores, por si acaso. Cuando hizo los primeros pasos hacia su casa escuchó que lo chistaban. Del susto salió corriendo. Los restantes días de esa semana se cruzó de vereda pero igual a lo lejos y casi en forma de susurro escuchó la misma frase de los primeros dos días: "Vení,Agustín,vení a jugar...".
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Luego de escuchar la respuesta reprobatoria de la madre,el papá de Agustín se sentó a su lado, mirándolo. Lo tomó del hombro con una sonrisa.
-"Yo te creo", le dijo.
Con expresión de felicidad le respondió:"¡¿En serio,pá?!"
-"¡Si,más vale que te creo!...te voy a contar una historia, pero tiene que quedar entre nosotros,¿sabés?"
Agustín asintió contento.
-"Cuando yo era chico siempre jugábamos con los chicos en ese baldío. Era mucho más grande  que ahora porque había menos casas. Jugábamos al fútbol, a la mancha,a las bolitas,nos trepábamos a los árboles...¡de todo hacíamos! Vos pensá que en mi época no existían los videojuegos ni todas las cosas con las que ahora ustedes se divierten. Lo único que teníamos era ese terreno enorme del que ahora solo queda esa pequeña parte que nunca se vendió. Eramos seis los pibes del barrio que después de la escuela íbamos a jugar ahí".
El chico escuchaba la historia del padre con mucha atención
-"De todo el terreno, la parte del fondo era la que más usábamos porque había muchos árboles que en verano hacían sombra y a los que nos subíamos a jugar a las naves espaciales...y cuando iba oscureciendo nos quedábamos un rato más, antes de que se haga de noche a contar historias de terror. Un día de vacaciones, cuando ya el sol casi se había se había ido, apareció un chico nuevo a jugar con nosotros. Nos dijo que era nuevo en el barrio. Se llamaba José, nos contó que vivía con su abuela a unas cuadras de acá y que iba a ir a nuestra escuela ni bien empezaran las clases. Nos preguntó si podía jugar con nosotros y le dijimos que sí. A partir de ese día todas las tardes venía a jugar, siempre cuando el sol se iba porque decía que la abuela antes no lo dejaba. Cuando nosotros nos íbamos a nuestras casas,él se quedaba solo,mirándonos como partir desde el fondo del baldío...Y así, después de dos meses, un día desapareció y nunca más lo vimos. Tampoco fue a la escuela como nos había dicho...".
Agustín escuchaba con los ojos bien abiertos,quería saber que había pasado con José.
-"Cuando vimos que no venía más a jugar,fuimos a buscarlo a donde nos había dicho que vivía pero nadie lo conocía,ni a él ni a la abuela. Pensamos que nos había mentido o que le entendimos mal la dirección. El tiempo pasó y nunca más lo vimos ni supimos de él...¡Hasta que un día apareció su abuela! En las vacaciones del siguiente año, mientras jugábamos,vino una señora preguntándonos si nosotros eramos los amiguitos de su nieto José. Nos pusimos muy contentos porque pensamos que había vuelto. Le dijimos que sí y le preguntamos si iba a volver a jugar con nosotros pero nos dijo que no iba a poder porque se había ido muy lejos, pero él quería que supiéramos que íbamos a ser sus amigos para siempre. Nos dijo eso y se fue caminando lentamente,con una gran sonrisa en los labios. La quedamos mirando un poco desconcertados. Hizo unos pocos metros, aproximadamente hasta allá-y señaló con el dedo índice un punto cerca de la vereda-y antes de llegar a salir del terreno desapareció...¡¿pero desapareció,eh?! Literalmente...¡se esfumó como por arte de magia!...fuimos corriendo hacia donde había estado parada pero no había nada...¡No podíamos creer lo que habíamos visto!"
-"¿Vos decís que el que me habla es él?", preguntó Agustín mientras sentía un frío en la espalda
El padre hizo un gesto de duda y con una sonrisa le dijo:
-"Vení,mejor vamos al campito un rato y hablamos allá..."
Salieron de la casa y fueron caminando hasta el terreno vacío. Cuando llegaron se pararon y se quedaron mirando, como esperando escuchar algo, pero el silencio era total.
-"Entremos", le dijo a Agustín, que lo miró con cierto temor. Dudo unos segundos pero aceptó, no sin antes aferrarse fuerte a su mano.
Comenzaron a caminar por el pastizal levantando alto los pies. A medida que se internaban los pastos  eran cada vez más altos, al papá le llegaban a la cintura y al niño casi al pecho, pero en el centro  había un espacio circular con el césped muy corto de aproximadamente dos metros de diámetro .
-"Sentáte y cerrá los ojos. Confíá en mi", le dijo a Agustín con una sonrisa.
Agustín,un tanto extrañado pero sin hacer preguntas se sentó a su lado. Sintió que su papá le tomó la mano. Esto lo tranquilizó. Sin saber bien que debía hacer,Agustín se limitó a esperar allí junto a su padre.
De repente comenzó a sentir una extraña y reconfortante tranquilidad acompañada de imágenes increíblemente reales. Con los ojos todavía cerrados, podía "ver" el terreno donde estaban,aunque era diferente. Era mucho más grande y el pasto era corto. En algunos espacios había sólo tierra. Giro su cabeza, siempre sin abrir los ojos, y vio al fondo el grupo de árboles del que le había hablado su papá. En sus ramas había chicos jugando,¡y uno era su papá!. Lo sabía porque en su casa había muchas fotos de él de cuando era chico, y también de sus amigos. Uno de ellos se acercó y le dijo:"Vení Agustín,vení a jugar con nosotros". Le ofreció la mano para ayudarlo a pararse. Al ponerse de pie,Agustín se sintió flotar. Una sensación de felicidad lo embriagó.Los demás chicos también se acercaron a saludarlo. A su lado, su padre ya no estaba. Aquel adulto que lo llevó hasta allí ahora era un pibe más.
-"Agus,no tengas miedo,acá nos encontramos a jugar con los chicos...José solo quería que seas parte del grupo, por eso te llamaba", le dijo tomándole del hombro amigablemente. Agustín aceptó la invitación con una sonrisa y se dejó llevar por ese grupo de chicos con ansia de juegos.
Luego de largas horas de diversión con sus nuevos amigos,su papá se le acercó transpirado y con  mucha tierra sobre su ropa para decirle:
-"Agus,vamos a tener que irnos casa, pero quedate tranquilo que vamos a volver, más seguido de lo que pensás".
Se despidieron de José que se quedó sentado a la sombra de uno de los árboles, saludándolos con un divertido "Hasta luego".
No alcanzó a contestar el saludo.
Agustín sintió un leve apretón en la mano y abrió los ojos. Al hacerlo vio a su padre sentado a su lado con una gran y blanca sonrisa. El sol increíblemente seguía en la misma posición que cuando llegaron al baldío. Para el resto del mundo no había pasado más que un instante y sin embargo para ellos habían sido largas horas de diversión.
Se pusieron de pie y salieron de aquel mágico baldío sabiendo que ahora tenían más que una relación de padre e hijo. Su papá estaba compartiendo con él algo más que un simple secreto. Compartía la felicidad de ser un niño para siempre.
                                                                                                                      FIN


2 comentarios:

  1. Excelente. Tensión e intriga hasta el final. Muy bueno el cierre. Felicitaciones.

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  2. Muchas Gracias!!Me alegra que le haya gustado profesor. Saludos

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