miércoles, 20 de enero de 2016

Hambre de Gol


Faltan cinco minutos para el final del encuentro y el capitán pegó el grito que estaba esperando desde el primer tiempo.
-Dale,Juan,vení que vas a entrar-
Juan y sus ciento veinte kilos de masa corporal enfilaron esperanzados hacia la puerta enrejada que dividía al banco de suplentes con el campo de juego. Dentro,los 9 jugadores con los brazos en jarra lo observaron entrar cansinamente, al trote. 
El jugador reemplazado era el delantero más habilidoso del equipo. Al salir el crack estira su mano para saludarlo,alentándolo con un-¡Vamos,gordo,con ganas,¿eh?!-. Juan le sonríe. Sabe que en los pocos minutos que tiene va a poner el alma al servicio del equipo. 
El árbitro pita y el juego se reanuda. 
La pelota va y viene. Los jugadores también. Juan mira la pelota como si fuera un espectador en un partido de tenis. 
Escucha que sus compañeros le gritan cosas pero el está centrado en esa pelota que se encapricha en estar siempre alejado de él, como si ella y el cuerpo de Juan fueran imanes con polos opuestos.
Cuando el esférico sale por la linea de fondo contraria justo donde estaban sus compañeros escucha a José que lo ¿alienta? al grito de -¡Vamos,Juan,corré la puta que te parió!-. Juan lo mira y encoge sus hombros como diciéndole <¿Qué querés que haga?>. 
Dos minutos en cancha y ya transpiraba como su estuviera corriendo la maratón. 
Los minutos restantes no fueron diferentes: Juan de un lado, la pelota del otro. Eso sí, su equipo había empatado luego de una serie de rebotes fortuitos en las que él nada tuvo que ver.
Pero todo iba a cambiar.
El árbitro estaba a punto de llevarse el pito a la boca para terminar el partido cuando su compañero de ataque encara por la punta derecha sacándose de encima a sus dos marcadores con sendos quiebres de cintura a pura velocidad. Cerca del banderín del corner saca el centro llovido. Juan acompaña por el centro del área levantando su brazo derecho con cara de <dámela que le rompo el arco,boló>. El preciso centro cae detrás del único defensor que había en el área donde Juan ya se relamía preparando su poderoso derechazo. A medida que se acercaba el balón hizo una parábola debido a la rosca que le dio el lanzador por lo que Juan tuvo que girar su enorme cuerpo para intentar pararla y así definir, O intentar una chilena. Todo el movimiento lo hizo sin sacarle la mirada de encima a esa pelota naranja que giraba hipnótica hacia él. Miles de imágenes se cruzaban en su mente. Gritos,risas,abrazos. Y todos iban a ser para él. Arqueó su cuerpo hacia atrás poniendo un brazo para atrás y otra para adelante al tiempo que flexionaba las piernas para tirar el chicotazo aéreo con la pierna derecha. Esa acción le iba a doler por varios días o quizás semanas y lo sabía muy bien pero estaba dispuesto a hacerlo sin importar las consecuencias. Con inusitada elasticidad y venciendo la gravedad por varios segundos golpeó de lleno el balón con su pierna más hábil e incrustó la pelota en el ángulo del arco rival. Era un golazo de esos que quedan en la memoria. Literalmente.

-¡Dale,papá! ¿Qué le ponés,chimi o criolla?-,le preguntó el parrillero mientras sostenía la bondiola en la mano. Un sorprendido Juan que hasta ese momento había tenido la mirada perdida en las brasas ardientes reaccionó con una sonrisa,respondiendo,-De las dos maestro,y mucho-. 
                                                                                                                        FIN