martes, 3 de enero de 2017

En ningún lugar,nunca...(O en un mundo paralelo)


Juventud y Samarcanda , dos equipos de la máxima categoría del fútbol doméstico se enfrentan por la tercera fecha del torneo.
Tras el pitazo inicial los jugadores de ambos equipos corren como locos detrás del balón. Los miro y no puedo evitar pensar en como les puede gustar jugar a la pelota. El de futbolista es la actividad más ingrata de todas, aún a nivel profesional.Y claro, ¿quién quiere ser futbolista? Te pegan patadas,te insultan todas las hinchadas, siempre sos el culpable de todo. Por eso nadie quiere ser futbolista. ¿Para qué ser jugador si podés ser referí, que es una profesión de élite? Por algo el grueso de la población masculina sueña con ser árbitro. Mujeres,fama,dinero...Cada niño en el mundo quiere ser juez, hacerse famoso e irse a arbitrar a África a alguna de las grandes ligas como la Liberiana o la Gabonesa, ahí en donde están los mejores árbitros del planeta. Sus camisetas, tarjetas y posters se venden por millones, si hasta impusieron entre los más jóvenes sus peinados "a la gomina".
Cerca mio un insulto me saca de mis cavilaciones.-¡Dejá de hacer chiches con la pelota, 10!
El partido era malo, aburrido, chato, sin incidencias que puedan hacer lucir a nuestro ídolo. Van cero a cero y prácticamente no llegan al arco. Los jugadores, como pasa siempre en todos las canchas, apenas si arriesgan. Dan pases cortos y los tiros al arco solo los realizan cuando están muy cerca o si se tienen mucha fe, que es casi nunca. Y uno como hincha eso lo entiende, en un país arbitrero como este todos creemos saberlo todo, por eso se llenan los estadios, para alentar a morir a nuestros ídolos y también para hacer catarsis con los jugadores. Alguien debe pagar todas nuestras frustraciones y claro, no les perdonamos una. De solo pensarlo sonrío.
-Malattesta, perro de mierda,¿donde aprendiste a jugar? ¡Ladrón!- grita un tipo a mi lado, enloquecido. El pobre Malattesta agacha la cabeza y sigue haciendo lo suyo intentando errar lo menos posible para pasar desapercibido. El mismo hincha en un segundo cambia totalmente el tono de voz e indulgente alienta con euforia un lateral mal cobrado.
-¡Bien juez,vamos que el próximo lo cobrás bien,vamos,¿eh?,seguí así!-.Los demás hinchas a nuestro alrededor también le hacen sentir su apoyo.
En una jugada perdida llega otra vez la explosión,Carles Parrafutti de Juventud le pega muy desviado al arco  y tira la pelota a tres metros del arco. Para qué...Una turba enloquecida de hinchas trepan el tejido y varios de ellos logran ingresar a la cancha.
-¡Hijo de mil puta, mirá donde la mandaste!-, le inquirió un fanático totalmente fuera de sí esputando rabia desde el tejido. Tres de los hinchas que entraron al campo querían trompearlo por ese error garrafal. Parrafutti daba pasos hacia atrás con las dos palmas hacia arriba mientras los dos líneas intentaban calmar los ánimos separando a los fanáticos. 
-¿¡Pero a vos te parece que te haga esto este patadura!? ¿Cómo va a ser tan horrible?-,le dijo un hincha todo vestido de negro,con el pelo muy corto pero brillante de gel que entró blandiendo un banderín solferino. Cuando finalmente el árbitro logró dominar la situación y sacó a los hinchas del campo de juego el partido continuó, aunque el ambiente continuaba siendo muy pesado y con cada nuevo error de los jugadores la presión desde afuera era cada vez más grande y los insultos se multiplicaban.
-¡Forro!,¡bombero! Estás fingiendo para que el árbitro se equivoque,mala persona!-, insultó otro tipo a unos tres metros míos.
Por suerte para los jugadores cada tanto nos olvidábamos de sus santas madres y coreábamos los cánticos típicos de apoyo a nuestros amados colegiados. Primero arrancó un grupo pequeño y luego se sumaron más voces hasta que todos y cada uno de los que estábamos en las tribunas nos uníamos en un solo coro de apoyo para ellos, nuestros ídolos de negro.
-¡Ooooooh vaaaaamos reeeeferí, meta pitoooo,meta pitooooo, que confiamos en tiiiiii..!- Se nos erizaba la piel con ese canción. Y ni hablar al árbitro que sabiendo que le estábamos haciendo el aguante empezaba a correr como una gacela, a veces de espaldas,otras de costado pero siempre haciendo esos ademanes y señas que había aprendido en la escuela de árbitros y que a nosotros nos ponía como locos...estallábamos de placer con sus morisquetas.
-¡Qué lo parió...que crack que es este tipo!-, me dijo con admiración un hombre mayor a mi lado.
-Este va a ser más grande que "el Javito", acordate de lo que te digo-, me aseveró, exagerando como todo buen fanático.
-Es muy bueno, pero "el Javito" es el más grande-, le contesté recordando las grandes jornadas de Javier Castrillejo, el árbitro que para casi todo el mundo fue uno de los mejores de toda la historia junto a "O Rei",Ronaldo Jarpi Filho,árbitro brasileño que llevó a su país a dirigir varias finales hace unas décadas. ¡Si habremos discutido con los brazucas por ver quién fue e mejor!.
Nuestra charla se vio abruptamente interrumpida por la jugada de un delantero de Samarcanda que tomó la pelota sobre el corner derecho amagando a disparar y luego de enganchar hacia adentro metió un zurdazo alto, marcando un gol. Gritamos con alma y vida el fallo del juez al marcar la mitad de la cancha.
-¡Mirá que claridad para ver esa jugada!...este pibe no llega al final de la temporada,se lo llevan de afuera...acordate de lo que te digo,lo veo dirigiendo la final del Mundial en unos años-,me dijo nuevamente el viejo observando al árbitro ir hacia la mitad de la cancha.
-Y mirá que ví referis buenos, ¿eh?-, sentenció con seriedad para no dejar dudas de sus conocimientos..
El juego continuó y seguimos alentando aún a costa de algunos yerros mientras los insultos a los jugadores se multiplicaban sin que necesitemos excusas.
-¡Ladrón, quién te enseño a patear,¿un lisiado?-, grito uno y todos nos reímos de la ingeniosa ocurrencia. Reconozco que a veces me daban lástima los jugadores...me apenaba verlos dar pases cortos y anunciados solo para no equivocarse pero ni así evitan la catarata de puteadas...
-<Somos seres humanos y podemos cometer errores>, me repetía siempre mi primo Orlando que era jugador amateur...¡Si,amateur!, jugaba al papi-fútbol y los vecinos se agolpaban a un costado para criticarle cada mal pase o gol errado. La verdad, una locura que alguien pague para jugar, pero bueno,cada loco con su tema.
Cuando el árbitro pitó el final del partido nuestras palmas quedaron rojas de tanto aplaudirlo, había dirigido de una manera excepcional y todos los presentes le volvimos a dedicar otra canción que agradeció acercándose al alambrado con los dos lineas. Los tres levantaron los brazos y tiraron a las tribunas el silbato, las tarjetas y los banderines. La tarjeta roja cayó muy cerca de donde estábamos nosotros y los muchachos a mi alrededor se arremolinaron intentando quedarse con algunos de los preciados tesoros. Por un instante pensé en entrar en la puja por ellas pero finalmente decidí acercarme al alambrado con varios hinchas más aprovechando que los jugadores pasaban cabizbajos y en fila india rumbo al vestuario para insultarlos de arriba a abajo. Los muy caraduras ni siquiera se atrevían a mirarnos a la cara.
-¡Dejá de fingir lesiones,basura!-, le grite  al "7" de Juventud.
-¡Hacete un curso de teatro,cornudo mal parido y la rep...!, le dijo otro escupiendo rabia.
Cuando el último jugador se metió en el vestuario subimos los escalones riéndonos y volvimos a ubicarnos en nuestros lugares desde donde comenzamos nuevamente a vitorear a los jueces que seguían sonriendo a las gradas con los brazos en alto.
El hombre a mi lado me miró emocionado y me volvió a decir, -Qué cracks que son...¡que lo parió!.
Lo abracé y empezamos a saltar dedicándoles un "Ooooooh, vamos referí...referííííí, refeeeeerí...rereeeeeeerí,vaaamos referí!.
                                                                                                                        FIN







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